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La Municipalidad de San Miguel de Tucumán y el Gobierno de la Provincia deberían trabajar en conjunto para poner en valor edificios que hacen a la historia de la Capital

El que olvida sus raíces pierde su identidad, dicen por ahí. Países del mundo no olvidan sus orígenes y tienen su identidad. Ciudades y pueblos del “viejo mundo” y del mundo entero, trabajan para poner en valor su patrimonio cultural, sus edificios con historia, asumen la identidad del lugar. Esa identidad del pueblo termina siendo una atracción turística para los visitantes.

Tucumán tiene muchísima historia, edificios históricos, cultura pero, lamentablemente, los diferentes gobiernos de las últimas décadas no le dieron importancia; ergo, se perdió la identidad.

Mucho quedó en el olvido, en la destrucción, pero no está todo perdido. Hay muchas cosas que pueden recuperarse: con voluntad y determinación.

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Hay edificios emblemáticos que dan pena mirarlos por su estado de abandono: el Colegio Nacional; el ex Hotel Savoy/Casino de Tucumán; el Teatro San Martín; la ex Legislatura provincial/Escuela Sarmiento; la Casa de Gobierno; la Iglesia San Francisco; por nombrar algunos y numerosos museos. Lamentablemente, muchísimas casas “de época” con una arquitectura exquisita, fueron destruidas para levantar algún edificio “moderno”. Aquí se habla de la Capital tucumana, no se mencionan cantidad de lugares históricos en el interior de la provincia.

Recuperar o revalorizar esos edificios tienen un valor económico, pero vale la pena invertirlos. Es hora que el Gobierno, provincial y municipal, se pongan “manos a la obra”. Vale la pena. Es recuperar la identidad. Los tucumanos y los turistas que visiten la provincia, lo agradecerán infinitamente.

Es importante hacer, pero más importante es mantener lo hecho. Rossana Chahla y Osvaldo Jaldo, ¿podrán hacerlo?.

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