Tucumán: tras 51 años de búsqueda identificaron el último resto de desaparecido hallado en el centro clandestino “Arsenales”

El Equipo Argentino de Antropología Forense indicó que los huesos incinerados y encontrados en una fosa, son de Roque Argañaraz, un jornalero secuestrado en 1977, cerca de Monteros

Luego de medio siglo de búsqueda, la familia del detenido desaparecido Roque Argañaraz, secuestrado el 18 de febrero de 1977 en Monteros, Tucumán, fue informada de que sus restos estaban en una de las fosas que se descubrieron en el centro de detención y tortura clandestino, que funcionó en el predio del Ejército denominado Compañía de Arsenales N°5 “Miguel de Azcuénaga”, conocido como “Arsenales”. Se trata del último resto que quedaba por identificar de los 14 que se hallaron en el lugar, tarea que estuvo a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

Roque Argañaraz, de 34 años, y su hermano Daniel, jornaleros de la actividad azucarera, fueron secuestrados de madrugada, de su humilde casa en el pueblo de Macio, cercano a la ciudad de Monteros. “Un grupo de más de 20 hombres portando armas largas, encapuchados, vestidos con uniforme militar verde, junto a una persona vestida de civil a quien llamaban Teniente y daba las órdenes, rodeó la casa y los sacaron con las manos atadas y los ojos vendados con las sábanas de la cama en la que dormían”, narró un testigo en la “Megacausa Arsenales II – Jefatura II”, por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura.

Ambos, fueron llevados al centro clandestino de detención que funcionó en el ex Ingenio Azucarero Nueva Baviera, que estaba en Famaillá, en el sur tucumano. Allí los torturaron y tras unas semanas los trasladaron hacia el centro clandestino de detención “Arsenales”, ubicado en el Acceso Norte a San Miguel de Tucumán, a un costado de la Ruta Nacional 9, un infierno por el que pasaron cientos de secuestrados en Tucumán y de provincias vecinas.

Desde docentes y estudiantes universitarios, hasta trabajadores estatales, ferroviarios, de la industria azucarera y periodistas, entre otros oficios. “Bastaba con levantar la voz en contra de la dictadura para que uno se convirtiera en blanco y víctima”, sostuvo una testigo en uno de los juicios por la verdad.

Roque y Daniel fueron separados en “Arsenales” pero dos testigos, que estuvieron cerca de ambos, relataron que Roque fue torturado y murió mientras era sometido a sesiones de “submarino”, que consistía en introducir al detenido en un tacho con agua hasta que clamara por salir por la falta de oxígeno. A los tres meses y diez días de haber sido secuestrado, Daniel, que también padeció torturas de todo tipo, fue llevado en el baúl de un auto hasta Simoca, en el Sur de la provincia, en donde lo liberaron en una ruta provincial, de noche. Desde allí caminó hasta su casa y jamás supo sobre el destino de su hermano hasta esta semana, cuando la Justicia Federal lo notificó, al igual que a otros familiares, de la identificación de los restos de Roque.

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