MEMORIA. MEMORIA. MEMORIA. Los pueblos que pierden la memoria están condenados a repetir la historia
Entre el 9 y el 11 de diciembre de 2013, Tucumán sufrió un levantamiento policial que derivó en una violencia incontrolable en las calles, saqueos y muertos.
El lunes 9 de diciembre de 2013, el entonces gobernador de la provincia José Alperovich declaraba a la prensa que “con la seguridad, está todo bien”. Mientras, advertido por la situación (que para nada estaba bien), daba órdenes de reforzar la custodia a todos sus familiares y de retirar los vehículos de sus concesionarias. El problema era una Policía que se acuartelaba reclamando mejoras salariales.
Seis horas después, se produjo el primer saqueo en un supermercado de la Avenida Néstor Kirchner y desatando la furia de toda la provincia. De ahí en más, durante tres días todo fue un caos, de terror. Fueron atacados varios supermercados, comercios más chicos, casas, cualquier lugar que pudieron atracar, lo hicieron.
En todo el ámbito provincial, se asaltaba a todos los que pasaban por las calles, en medio de los saqueos y la violencia sin control. Los vecinos armaron barricadas en sus barrios, armados, para impedir el paso de los delincuentes, la mayoría de ellos en motocicletas. Era la ley de la selva. Todos contra todos.
Mientras Tucumán era un caos, una tierra sin ley y muertes, Cristina Kirchner presidente en ese entonces, festejaba los 30 años de democracia en Buenos Aires, bailando en un escenario junto a un grupo de teatro. Literalmente, ignorando lo que pasaba en la provincia. Sin un dejo de empatía por la desgracia de los tucumanos. En su discurso y en su fiesta, no hizo ni una referencia de lo que pasaba en la provincia.
A 10 años de esa tragedia, 47 policías fueron imputados y llevados a juicio por sedición, ostentación de armas e incitación a la violencia entre otros delitos.
