El transporte público de pasajeros de Tucumán está en terapia intensiva. Desde años se hacen “curas” superficiales que duran pco. A los colectivos decadentes se suman los taxistas y las Apps de movilidad
Por SIN CODIGO
Una nueva pulseada entre los taxistas de San Miguel de Tucumán y las autoridades municipales volvió a exponer el conflicto que atraviesa al sistema de transporte en la capital. En una reunión cargada de tensión, representantes del sector mantuvieron un intercambio directo con el secretario de Movilidad Urbana de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, Benjamín Nieva, y la secretaria de Gobierno municipal, Camila Giuliano, para reclamar mayor intervención contra las aplicaciones de movilidad como Uber y DiDi, a las que acusan de “quitarles el trabajo”.
Un reclamo insistente y un límite institucional
Los taxistas exigieron medidas concretas para frenar o regular el uso de estas plataformas, a las que consideran competencia desleal. Sin embargo, los funcionarios aclararon que el municipio no tiene facultades para intervenir de manera directa sobre apps que operan a nivel global.
Según explicaron Nieva y Giuliano, cualquier regulación específica sobre este tipo de servicios debe surgir del Concejo Deliberante capitalino y, en algunos aspectos, de la Legislatura provincial. El municipio puede fiscalizar la actividad de taxis y radiotaxis, pero no puede “bloquear” ni restringir unilateralmente el funcionamiento de plataformas digitales.
El dilema que incomoda al sector
Mientras el debate institucional continúa, la realidad muestra una tendencia definida: la ciudadanía ha elegido masivamente a las apps de movilidad debido a sus tarifas más competitivas, su practicidad y la sensación de mayor comodidad en el servicio.
En contraste, buena parte de los usuarios perciben al sistema de taxis como caro, ineficiente y, en algunos casos, inseguro, un diagnóstico que el propio sector evita discutir pero que es central en la crisis actual.
¿Pedir regulación o exigir alivio fiscal?
Más allá del reclamo por la presencia de Uber o DiDi, algunos referentes del rubro plantearon que uno de los puntos clave pasa por reducir las tasas municipales que pesan sobre los taxis y que encarecen el servicio final. La competitividad, advierten, no se logrará prohibiendo apps —algo difícil de sostener jurídica y socialmente— sino aliviando la carga impositiva y modernizando la prestación.
Un conflicto que seguirá escalando
La reunión no dejó acuerdos y el clima de confrontación anticipa nuevas discusiones. El conflicto por las apps se suma al deterioro del transporte público en general, un problema estructural que Tucumán arrastra desde hace décadas y que hoy atraviesa a taxis, colectivos y servicios alternativos.
El debate por la movilidad está lejos de cerrarse. Y, como todo lo que ocurre en el transporte tucumano, promete nuevos capítulos.
