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Desde este jueves, los concesionarios y agencias podrán certificar la firma de compradores y vendedores y hacer la verificación de la documentación de las unidades que venden. También se habilitó la validación de datos biométricos, claves para las operaciones no presenciales

El proceso de simplificación de trámites para comprar y vender autos en Argentina ha dado un trascendente nuevo paso este jueves. Se publicó en el Boletín Oficial una nueva resolución del Ministerio de Justicia liderado por Mariano Cúneo Libarona, que permite que los concesionarios e intermediarios como las agencias de automóviles tengan la potestad de certificar la identidad de los vendedores y compradores, y de verificar la documentación de los automóviles y motocicletas.

Estas dos decisiones se complementan con la incorporación de una nueva tecnología, la de la validación de datos biométricos, que permitirá hacer operaciones de manera remota, una de las promesas que había hecho el presidente Javier Milei en su campaña electoral, como parte de la transformación del sistema registral de automotores y la eliminación de los Registros del Automotor.

En la práctica, esta resolución permitirá que todas las operaciones de compra y venta de automóviles y motocicletas que se realicen en empresas registradas legalmente bajo la figura de comerciantes habitualistas y que tengan un volumen de no menos de 150 operaciones mensuales, puedan recibir un vehículo para la venta y firmar el formulario 08 y la transferencia en sus propias oficinas, sin obligar al vendedor a concurrir a un Registro del Automotor para certificar la firma en ese organismo.

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A la vez, esto mismo ocurre con los compradores, quiénes podrán cerrar la operación en la concesionaria o agencia registrada sin tener que concurrir a un Registro para hacerlo. En las empresas de mayor envergadura, estos trámites ya se hacían en sus propias sedes, pero requería que tuvieran que tener un escribano especialmente para certificar la firma de la documentación, lo que insumía un alto costo adicional que se terminaba cargando al precio del bien adquirido y, en el caso de los vendedores, en una reducción del monto percibido por la venta.

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