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Las personas que sufren este trastorno o malestar psicológico se ven incapaces de adueñarse de sus propios logros tanto profesionales como personales

El Síndrome del Impostor es un trastorno o un fenómeno psicológico que lleva a una persona a no ser capaz de reconocer sus méritos o logros. Estas personas se caracterizan por dudar constantemente de su valía, por sentir que nunca están a la altura de las circunstancias, por creer que deberían ser capaces de hacer más y por no verse como profesionales competentes aunque realicen un buen trabajo o incluso tengan éxito.

Además, creen que en cualquier momento los demás sabrán que no son válidos y que se les ha dado un reconocimiento que ellos creen que no merecen realmente.

Podrías padecerlo si…

  • No te permites equivocarte y si lo haces aparece una gran frustración que te confirma que eres un fraude
  • No aceptas cumplidos, pues consideras que no eres merecedor o merecedora de ellos
  • Tus metas son altas y exigentes y buscas la perfección en todo lo que haces
  • Crees que la mayoría de tus logros y éxitos son causados por la suerte y no por tu esfuerzo
  • Sientes que no estás listo/a y estás en constante formación porque nada te parece suficiente
  • Te cuesta confiar en los demás y, por tanto, te cuesta delegar y trabajar en equipo

Las personas que sufren este trastorno podrían ser perfiles que han sido excesivamente exigidas en su infancia, además de haber sido muy criticadas por sus figuras de apego, como pueden ser los padres y los profesores.

También suele ser frecuente en los profesionales que, aunque sean buenos, tienen una forma de ver el mundo polarizada: piensan que hay una forma de hacer las cosas que está bien y el resto, está mal. “No ven los grises, solo aceptan lo correcto y lo que está bien hecho”.

Entre sus principales causas, están cuestiones como una baja autoestima, un autoconcepto pobre y una sensación de poca valía, aunque también puede producirse como consecuencia de los efectos de vivir en un entorno familiar exigente y perfeccionista. Además de su necesidad de compararse constantemente con otras personas, suelen mostrar miedo al fracaso y una baja tolerancia a la frustración.

A la hora de asumir nuevos desafíos sufren verdaderas crisis que pueden paralizar e interferir en la gestión y en la calidad de su vida diaria. Además, suelen estar en constante alerta, como en una evaluación contínua. De ahí que sufran niveles de estrés más elevados de lo normal y tengan a menudo problemas para descansar o dormir.

La ayuda profesional, tanto en sesiones grupales o individuales, pueden aportar la identificación de un patrón emocional y de conducta que ayude a redefinir la situación. Una técnica consiste en que se centren en contribuir y en servir, no en hacerlo bien. También puede ser útil trabajar con la idea de darse permiso para ser uno mismo y dejar atrás la autoexigencia o la necesidad de perfección o de intentar ser aquello que se supone que uno tiene que ser.

Siempre es importante recurrir al profesional de la salud que corresponda, quien podrá guiarlos de una manera adecuada personalizada.

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