Que el árbol no tape el bosque: el futuro de Argentina está en manos de los argentinos ¿volver al pasado o avanzar?

Y el futuro de Tucumán está en manos de los tucumanos, con su voto

Por SIN CODIGO

El futuro de la Argentina no está en manos de los políticos, ni de los grupos económicos, ni de los medios. Está en manos de cada ciudadano cuando entra al cuarto oscuro y deposita su voto. Hoy, a dos semanas de la elección más importante en la provincia de Buenos Aires y a dos meses de las nacionales, todo parece temblar. Y no es casualidad.

Las operaciones políticas, mediáticas y hasta de un sector del establishment económico buscan instalar un clima de derrumbe. El kirchnerismo aprendió hace años a tocar fibras sensibles: jubilados, discapacidad, educación y salud pública. Situaciones que nunca quisieron darle solución mientras fueron gobierno. Hoy, esas banderas se usan para responsabilizar a un Gobierno Nacional que apenas lleva poco más de un año y medio, con minoría -nunca antes vista- en el Congreso, pero que logró ordenar algunas variables: la inflación ha empezado a ceder, las calles se ven más calmas y los índices de seguridad muestran señales de mejora. No se trata de un país perfecto, ni mucho menos, pero tampoco del abismo que se pinta.

El año electoral le dio a la oposición una oportunidad de oro. Peronismo, kirchnerismo -sobre todo- y sus aliados entendieron que era ahora o nunca intentar desgastar y, por qué no, voltear el Gobierno del Presidente Javier Milei. El Congreso, históricamente una “escribanía” cuando gobierna el kirchnerismo, hoy funciona como una máquina de frenos: leyes que caen, vetos que se voltean y un objetivo claro, desgastar al gobierno y debilitar su plan económico. Los medios opositores ayudan a reforzar la sensación de catástrofe.

En medio de todo, salen a la luz denuncias de corrupción. Y sí, puede haber funcionarios actuales involucrados, nadie está exento. Pero no olvidemos algo: muchas de esas “ollas destapadas” vienen de arrastre, de gestiones anteriores. Casos como el de las droguerías o el fentanilo contaminado no nacieron ayer. ¿El árbol debe tapar el bosque? El presidente es economista, y guste o no, su obsesión es bajar la inflación, ese impuesto silencioso que castiga a los más pobres; sacar a la Argentina del estancamiento que lleva décadas. Prueba de ello es que tomó -y sigue tomando- medidas “no aptas” para seducir al electorado en un año de votación. Milei llegó al poder con un discurso anti casta y anticorrupción, ¿sería capaz de permitir actos de corrupción en su propio Gobierno y a solo año y medio de gestión? Podría ser, pero sería suicida.

Tucumán: el espejo que incomoda

Si miramos más cerca, Tucumán parece vivir otra película. El oficialismo peronista-kirchnerista muestra unidad en las fotos, los actos y los discursos. Hasta hace diez días muchos de esos dirigentes no se podían ni ver, pero cuando hay elecciones todo se acomoda para ganar. Sin embargo, detrás del decorado la realidad es otra: rutas destrozadas, barrios sin agua potable, cloacas colapsadas, escuelas y hospitales con carencias básicas, narcotráfico creciendo a la sombra del poder.

Son casi 40 años de un mismo signo político gobernando -muchos apellidos se repiten elección tras elección- y los resultados están a la vista: una de las provincias más pobre del país y la pérdida de ser “el faro” del Noroeste. Si no hubo progreso en cuatro décadas, ¿por qué lo habría ahora? La unidad forzada, los actos multitudinarios y el discurso de “todo va bien” son parte del libreto. Y mientras tanto, la Justicia provincial sigue jugando para el poder de turno: difícil imaginar que alguna vez se investiguen negocios turbios entre Estado y privados cuando los jueces dependen del poder político. Mientras gobiernen los mismos, difícilmente por estas tierras se “destape alguna olla” de corrupción.

Y aquí está lo importante para aspirar a una provincia y país mejor: PENSAR ANTES DE VOTAR.

En este ruido de denuncias, redes sociales, noticias tendenciosas y operaciones, lo mejor es apagar la TV, dejar el celular a un lado y pensar en soledad. ¿De dónde venimos? ¿Dónde estamos? ¿Adónde queremos ir? Mucha gente dice: “la política es sucia, no voy a votar”. Grave error. Hay que ir a votar. Porque aunque no votes, alguien ganará y decidirá sobre tu trabajo, tu salud, tus impuestos y tus hijos.

El voto es poder. Es la única herramienta que tenemos para premiar o castigar, para cambiar o ratificar. No es perfecto, pero es lo que hay. Y es mucho.

COMPARTIR NOTICIAS

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *