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Desde infecciones o sangrado hasta malformación del dedo y de los dientes. Así afecta en tu vida social, física y emocional

“Comerse las uñas” se llama onicofagia y es el hábito compulsivo que puede producir problemas en los dientes, deformaciones de la uña, infecciones, verrugas y todo tipo de alteraciones relacionadas con la piel, y en casos muy extremos, perder la uña.

“A medida que vamos creciendo, el hábito de comerse las uñas puede verse modificado por otro tipo de conductas como morder una lapicera, fumar, arrancarse el pelo, entre otras cosas. La mayoría de las personas que realizan esta conducta no lo pueden controlar, incluso, no son conscientes de estar realizándolo”, dice Leticia Doñagueda, psicóloga.

Este hábito automático, adictivo e inconsciente tiene un origen psicológico. Se encuadra dentro de los trastornos de tipo obsesivo compulsivo. Está relacionado con la ansiedad, la cual la persona le resulta difícil de gestionar. Las causas pueden ser: Estrés (se muerden las uñas ante un exámen o reunión). Timidez o baja autoestima (frustración o rabia, perfeccionismo o personas con alto nivel de exigencia). Miedo (morderse las uñas puede tener un efecto calmante).

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Comerse las uñas puede dañarte: A nivel físico (puede aparecer sangrado, infecciones y deformación de los dedos o las uñas). A nivel social (resulta poco atractivo presentar las uñas mordidas).

¿Existe tratamiento?. Muchas personas probaron esmaltes con sabor amargo, mantener las uñas cortas, masticar chicle, pero muchas veces no es suficiente. “Es importante reconocer en qué momentos concretos aparece la conducta. Una vez identificados esos momentos, entender qué emociones aparecen en esas situaciones y aprender en terapia. Hay que aprender a gestionar las emociones.

¿Sos de comerte las uñas?.

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