Mito o realidad: ¿existen personas poseídas por el diablo?

Experiencias demoníacas siguen acumulándose, pero la ciencia tiene sus dudas

Ya adentrados en el Siglo XXI, la expresión popular “tiene el diablo en el cuerpo” (referida a los extraños comportamientos de una determinada persona) ha perdido totalmente el sentido. Ya no puede acusarse al tan temido “Satán” de ser capaz de entrar en el cuerpo de ningún humano a causar disturbios.

Nada de posesión demoniacas, nada de exorcismos. La ciencia dio un rotundo veredicto al respecto y, aunque los síntomas de la presencia del demonio se presentan como en la Edad Media, la raíz y causa del problema son los disturbios psicopatológicos.

Digamos, entonces, que desde los actuales conocimientos de la medicina psiquiátrica como de la psicología – y con los datos aportados por la parapsicología – la explicación sobre los presuntos “endemoniados” no requiere de ninguna presencia de Satán sino que puede explicarse – y solucionarse – sin salir del campo de lo humano.

Para comenzar, podemos preguntarnos algo muy simple: ¿Por qué el “demonio” se calma cuando se le suministra un calmante al “endemoniado”? Pues, sencillamente, porque estamos en presencia de la sintomatología de una perturbación psíquica, en el que podemos encontrar un sinfín de variantes hasta llegar a un caso de psicosis. La ciencia ya hizo desaparecer el diagnóstico de “poseso/endemoniado”.

En concordancia, durante 1972, la Santa Sede suprimió la orden menor de exorcista. Además, sólo puede un sacerdote católico administrar un exorcismo con la autorización del Obispo de su diócesis y, siempre y cuando, primero haya sido el supuesto endemoniado atendido por médicos, psiquiatras, psicólogos y parapsicólogos y que estos no encontraran explicación tanto como solución a la sintomatología.

Investigación

Veamos las señales que en otras épocas se daban como de una supuesta “posesión demoniaca”: hablar varias palabras en lenguas desconocidas, manifestar fuerzas superiores a la edad o las costumbres, revelar cosas distantes y ocultas, por ejemplo.

Estos síntomas son, en su mayoría producto de fenómenos parapsicológicos muy concretos e identificables. Xenoglosia (hablar en lenguas desconocidas) y clarividencia (revelar cosas distantes y ocultas) son fenómenos parapsicológicos.

Manifestar “fuerzas superiores” es algo explicado por la psiquiatría y la psicología: en un ataque de “furor maniaco”, un individuo difícilmente pueda ser controlado por varias personas. De manera que no existe ningún supuesto “endemoniado” que se resista a la administración de una buena dosis de calmantes.

El fallecido, sacerdote jesuita y parapsicólogo Oscar González Quevedo (1930-2019), quien fuera director del Centro Latinoamericano de Parapsicología fue terminante en esto e ironizaba diciendo “¿Será que el demonio también se calma con una inyección”?

Ocurre, sin embargo, que algunos parapsicólogos siguen hablando de “posesos” y de la necesidad de aplicar exorcismos: “Es lamentable -opinaba el padre Quevedo – que haya muchos parapsicólogos que, en realidad, no pasan de ser supersticioso camuflados”.

Por eso, agregamos nosotros, no hay que confundir a un parapsicólogo – que es un investigador que utiliza en su trabajo la metodología científica – con alguien que se vale de elementales conocimientos de psicología, parapsicología, religión y técnicas esotéricas. Debemos recordar que hace siglos no se diferenciaban las enfermedades del cuerpo y de la mente.

Cuando comienzan a diferenciarse, precisamente, es cuando el “demonio” pierde terreno. Existe un hecho interesante. En 1793, Philippe Pinel decide quitar las cadenas a sus pacientes del hospital parisino Bicetre, luego de afirmar que aquellas personas -encerradas en calabozos oscuros, húmedos y caso sin aire – no estaban poseídos por Lucifer.

“Son simplemente enfermos”, aseguró ese destacado psiquiatra. Allí, el concepto de “posesión demoniaca” sufre su primer cambio.

Desde entonces hasta la actualidad, el cada vez mayor conocimiento sobre cómo funciona el psiquismo humano, la existencia de un aspectos psíquicos a los cuales la consciencia no tiene acceso sino mediante situaciones especiales – legado que debemos a sabios como Sigmund Freud y Carl Gustav Jung – nos permite asegurar que no es necesario apelar a presencias demoníacas, ni a acciones de Lucifer o de Satanás para explicar tales comportamientos extraños.

De modo que no hay que confundirse: los síntomas de la “posesión demoniaca” siguen apareciendo, pero la ciencia ya demostrado que Satán nada tiene que ver. Por ello, al escuchar que “Fulano tiene el diablo en el cuerpo”, solo cabe sonreír y comprender que se están refiriendo a alguien cuyo comportamiento no es normal.

RELIGIÓN: EL RITUAL DEL EXORCISMO

El cristianismo y la Biblia mencionan que Jesús quitó los demonios que poseían a las personas al menos en seis oportunidades, además, hasta nuestros días, la Iglesia ofrece un servicio para esto: el exorcismo. Ni hablar de las sectas y cultos religiosos que incluso hasta comercializan el ritual.

Según la Enciclopedia Católica, un exorcismo es: “El acto de expulsar o alejar los demonios o espíritus malignos, de personas, lugares o cosas, que se cree que ser poseído o infestado por ellos, o puedan ser víctimas o instrumentos de su maldad”.

Por otra parte, existen distintos tipos de exorcismos: el “exorcismo bautismal” que consta en la bendición de un niño antes de bautismo para limpiarlo del mal que ha resultado del pecado original.; el “exorcismo simple”: la bendición de un lugar o cosa para deshacerse de la influencia del mal y el “exorcismo real”: realizar el rito de exorcismo para liberar a un ser humano de la posesión diabólica.

Por Prof. Antonio Las Heras. Doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo, historiador.

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