Silvia Severino, psicóloga infanto-juvenil, asegura que hay información personal que es mejor mantener en secreto: “Haz que se pregunten. El misterio también es poder”
Es de esperar, que a uno le nazca con total naturalidad el contar sus planes, males y penas, anécdotas y pensamientos a las personas que le rodean. Y, en general, no hay nada de malo en ello, más bien lo contrario: suele venir hasta bien. El problema llega cuando no se tiene en cuenta quién es el interlocutor. Hay cosas y cosas, claro, y con algunas da más igual, pero hay otras (seis, concretamente) que, según Silvia Severino deberían quedar en secreto.
Las seis cosas que “nunca deberías contar a nadie”
En primer lugar, la psicóloga asegura que lo mejor sería no revelar los planes que uno tenga. Por matizar el “nadie”: por supuesto que no debería haber ningún problema por compartirlos con personas en las que se tiene confianza plena, pero el problema es, según Silvia, que “la gente no siempre quiere verte brillar” y, más allá de que puedan mostrarse indiferentes, “te pueden sabotear”.
La psicóloga recomienda tampoco compartir las “debilidades” de uno mismo, “aunque parezcan confiar en ti”, por el simple motivo de que “un día podrían usarlas en tu contra”.
Tampoco los “fracasos” deben compartirse, asegura Silvia, porque “muchos no te ven como alguien que lo intentó, sino como alguien que falló”. Aquí el problema parece ser la percepción de uno que puedan generarse los demás, pero si no es algo que suscite especial preocupación, tampoco pasa nada. Ya lo decía Sun Tzu: “Si nuestro enemigo nos subestima, le habremos ganado antes de que se de cuenta”.
El “próximo gran paso” que se tenga planeado también debería ser conocimiento exclusivo de uno mismo, según la psicóloga. ¿Su recomendación? Actuar “en silencio” y dejar “que los resultados hablen por ti”. En quinto lugar, aunque parezca de cajón, la psicóloga recomienda no compartir “tus secretos”. “Un verdadero sabio sabe esto: quien lo cuenta todo se expone solo”.
Y en último lugar, aunque no parece tan relevante, es no decir “cuánto ganas ni cómo lo ganas. Haz que se pregunten. El misterio también es poder”. En realidad, hay poco detrimento en dar a conocer la economía personal, y de hecho, conocer esto sobre las personas ayuda a poner en perspectiva la situación propia, facilitando el desarrollo de una mayor conciencia de clase y ayudando a identificar posibles injusticias o irregularidades.
De cualquier manera, tampoco hay que tomarse ese “nadie” al pie de la letra ni es cosa de caer en la desconfianza total, mirando de reojo, por si acaso, a los amigos más cercanos: lo suyo es elegir bien a quién se cuenta qué.
Con información de Fede Sáenz