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Creada por un médico homeópata y un joyero con fama de estafador, la secta francesa atrajo a jóvenes de alto poder adquisitivo. Cuáles eran los tres tipos de ejecuciones para sus miembros. Hoy, una serie de Netflix, Antracita, está inspirada en la demencial historia

Un bebé de cuatro meses con una estaca de madera clavada en el corazón. … cadáveres cubiertos con sotanas blancas ubicadas en círculos, casas incendiadas, parejas de mujeres de treinta y pico con adolescentes de 14, tránsitos a una estrella lejana, transmigración, lavado de dinero, contrabando de armas, asesinatos y suicidios colectivos. Sectas, sexo, locura y muerte. Mucha muerte.

Treinta años atrás, el 5 de octubre de 1994, la policía suiza encontró 48 cadáveres en dos localidades alejadas entre sí por unos cientos de kilómetros. No necesitaron investigar demasiado para conectar ambos hechos. En Cheiry hallaron el cadáver de un hombre en una cama. Tenía un tiro en la sien y una bolsa plástica cubriéndole la cabeza. Un extraño suicidio. Sin embargo, en pocos minutos se impuso una realidad más espantosa: detrás de una falsa pared, 22 cadáveres más. Una muerte colectiva y coreografiada: cubiertos con largas túnicas blancas, prístinas, los cuerpos formaban un semicírculo; enfrentaban, rodeaban, un altar cubierto con un paño de terciopelo rojo, un cáliz, candelabros, cruces rojas, estandartes, alguna armadura, varias armas medievales y ornamentos religiosos.

Pocos minutos después, otro llamado a los bomberos pero a poco menos de 200 kilómetros de allí. En la localidad de Granges-Sur-Galvan, tres viviendas muy próximas incendiándose. Otra vez el hallazgo terrible. Aquí eran 25 los muertos. Entre ellos tres niños y un chico de 14. En este caso los cuerpos sin vida formaban una estrella.

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En pocas horas, los investigadores descubrieron que todos los muertos pertenecían a una secta que en los últimos tiempos había tenido diversos problemas con la justicia, la Orden del Templo Solar. Entre los muertos estaban sus dos líderes, Joseph Di Mambro y Luc Jouret.

La primera impresión fue que se trató de un suicidio colectivo pero los primeros exámenes forenses descubrieron que las muertes habían sido de diferentes maneras. Algunos habían sucumbido a un disparo, otros habían ingerido veneno (curare como en un cuento de Horacio Quiroga). Algunos se habían suicidado, otros habían sido asesinados.

El horror había empezado cinco días antes y en otro continente. En la ciudad canadiense de Morin Heighs, cerca de Quebec, un matrimonio había invitado a otro a comer. La cena era una especie de reconciliación y al mismo tiempo la presentación, a sus antiguos compañeros, del bebé nacido 4 meses antes. El matrimonio de Nicki y Antoine Dutoit, junto al recién nacido Emmanuel, fueron invitados a la casa de Gerry y Colette Genoud. Los cuatro se habían conocido en la Orden del Templo Solar

La cena transcurrió con normalidad. Egger le pidió a Antoine Dutoit que lo acompañara a la bodega a buscar más vino. Al bajar las escaleras del sótano, lo golpeó con un bate de béisbol que había dejado preparado y cuándo Antoine yacía en el suelo con la cabeza abierta por el batazo, lo degolló y luego con saña inútil le asestó 50 puñaladas. Después fue el turno de la esposa: 27 cuchillazos acabaron con su vida. Quedaba el bebé de cuatro meses. Él tendría otro tratamiento. Le clavaron una estaca de madera en el corazón. Una escena que parece sacada de La Profecía pero que ocurrió en la realidad. Di Mambro, el líder de la secta, estaba convencido de que el pequeño Emmanuel era el Anticristo (posiblemente sólo porque había nacido de una unión que contradecía su voluntad) y ordenó a su gente acabar con él y con su padres. Egger y Belanton dejaron Canadá de inmediato y se dirigieron a Suiza a encontrarse con el resto de los integrantes de la Orden. Ellos estarían entre los muertos del 5 de octubre. Los Genoud, la pareja dueña de casa, escondieron los tres cadáveres en el sótano y el 4 de octubre se suicidaron. Como harían, sus compañeros al día siguiente, ellos también prendieron fuego la vivienda.

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La Orden del Templo Solar fue fundada por Luc Jouret, un médico homeópata que creía ser la reencarnación de un templario, y por Joseph Di Mambroun joyero que ganaba más dinero con sus estafas (fue condenado por fraude por la justicia francesa) que con la venta de anillos y pulseras. Ambos tenían fascinación por lo esotérico y facilidad de palabra. Luego de integrar diversas agrupaciones religiosas y otras relacionadas con el ocultismo fundaron, en 1978, la propia: la Orden del Templo Solar. Su doctrina y creencias eran un menjunje en el que se amontonaban lo religioso, la magia, el nazismo, la masonería, un renacimiento de los templarios, las supersticiones y la transmigración de las almas. Buscaban –decían- la superioridad de lo espiritual sobre lo material y eran los enviados para preparar a la humanidad para el regreso de Jesús, transformado en el Rey del Sol, una llegada que lograría unir a todas las religiones monoteístas. Veían en el deterioro del medio ambiente, los cataclismos y los fenómenos climáticos señales de un inminente apocalipsis.

Sus miembros estaban convencidos que su presencia en la Orden no era casual. Todos habían sido llamados por una fuerza superior. Cada uno había pasado por sucesivas reencarnaciones que los habían preparado para ese momento, cumplían una misión de importancia cósmica

Había detrás una trama para captar el dinero de sus seguidores. La gran mayoría eran jóvenes y con gran poder adquisitivo. La Orden, en su mejor momento, llegó a tener casi 500 miembros distribuidos principalmente en Francia, Suiza y Canadá.

Una de las particularidades de la doctrina era lo que Di Mambro llamaba el Sexo Mágico: las relaciones sexuales eran consideradas una de las maneras de acceder a la vida superior. Eso significaba, primordialmente, dos cosas: que eran fomentadas las relaciones entre los miembros (y que tener sexo con los estamentos superiores de la Orden era una especie de bendición, un paso a la salvación), y que los líderes podían decidir quienes debían tener sexo entre sí.

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Ellos también eran los que decidían cómo se conformaban los matrimonios entre los miembros. Joseph Di Mambro se casó a los 57 con Dominique Belanton que en ese momento tenía 21. Pero unos años después, cuando la mujer había superado la treintena le ordenó casarse con un joven de 14 años. Esa era la combinación más frecuente que prefería Di Mambro. Mujeres adultas con pre adolescentes de menos de 15 años. A los matrimonios que habían ingresado juntos a la comunidad, los separó. Reasignó a las mujeres a chicos muy jóvenes. Casi nadie se opuso a las nuevas combinaciones. Muchos hombres entregaron a sus esposas sólo porque su líder lo ordenaba.

En los últimos tiempos la Orden había recibido varios golpes. La policía había encontrado armas en algunas de las propiedades que tenían en Canadá y se los había vinculado con el lavado de dinero y la mafia siciliana. Varios de sus adeptos se alejaron ante las sospechas y las revelaciones. Hubo denuncias de estafas en el seno de la organización (después de los suicidios se encontró una cuenta con 94 millones de dólares a nombre de los dos líderes). La justicia estaba cercando a Jouret y Di Mambro y ellos decidieron que era tiempo del suicidio colectivo, del tránsito hacia Sirio. Las razones del final parecen más penales y financieras que cósmicas. Era una constante interpretar las contrariedades, desgracias y hasta fenómenos climáticos extremos como señales del final inminente, como señales apocalípticas.

En unas cartas que dejaron escritas, que ellos llamaron testamento, explicaron el modus operandi de las muertes. Había tres tipos de muertes posibles que dividían a las personas en tres grupos. Los Traidores eran los que se negaban a quitarse la vida por lo que eran asesinados de un disparo; la segunda categoría la integraban Los Inmortales, los que aceptaban la muerte –el tránsito según el eufemismo creado- pero debían ser ayudados: es decir aceptaban con mansedumbre ser asesinados; el último grupo era el de Los Despiertos, aquellos que participaban del suicidio colectivo.

Todos los menores y varios más de los encontrados en Cheiry, en el primer grupo de muertos, fueron drogados para que una vez que estuvieran inconscientes pegarles un tiro: esos eran Los Traidores en las categorías de la Orden. 

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Los líderes, muertos también en esa primera tanda de Cheiry, se encargaron primero del resto y dejaron órdenes para los que estaban en Canadá y en la otra localidad suiza.

Con esas 48 muertes y los asesinatos de Canadá no terminó todo. Poco más de un año después, el 23 de diciembre de 1995 otro suicidio colectivo con características similares a los anteriores: algunos se quitaron la vida, otros fueron asesinados. Muchos de los miembros de la orden que quedaron con vida se encerraron en Grenoble e imitaron a sus cófrades. En este caso los cadáveres, con similares túnicas blancas, quedaron dispuestos en forma de cruz.

Después de estos hechos terribles, se dio por supuesto que la Orden del Templo Solar había quedado disuelta. No fue así. En los tres años posteriores a los hechos del 5 de octubre de 1994, otros 74 integrantes de la Orden del Templo Solar se suicidaron o fueron asesinados por sus compañeros. La última tanda fue en varios burdeles franceses en los que murieron 33 personas, entre ellos varios niños. Decidieron seguir a los que se adelantaron en el viaje a Sirio, en el tránsito. Decían que recibían mensajes de los otros llamándolos a que les hicieran compañía.

Con información de Matías Bauso, Infobae

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