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No solo existe en las altas esferas del poder, también se palpa en la calle entre los ciudadanos “comunes”

La corrupción es el abuso de poder o la posición en una organización para el beneficio personal. Existen muchos tipos de corrupción como el soborno, el desfalco o malversación, y la extorsión. 

Dicen que el ejemplo vale más que mil palabras, y si hay algo que falta en esta provincia es lo primero. Pero hay algo más importante aún: EL CONTROL y LA PENALIZACIÓN.

Funcionarios provinciales, municipales, comunales; fiscales y jueces; legisladores y concejales; en todos los estamentos hay corrupción. En realidad, en todo el mundo hay corrupción. La diferencia entre un país del primer mundo y los tercer mundistas -Argentina- es el nivel de corrupción, que está íntimamente relacionado al grado de educación de la población y los organismos de control -cuanta más educación y control, menor corrupción y viceversa-. La corrupción que hay en Suiza o Japón no es la misma que hay en nuestro país. La que hay en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), no es la misma que hay en un pueblo feudal como Tucumán.

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Otro factor influyente en el grado de corrupción es la falta de alternancia en el poder y la presencia de una oposición política fuerte y responsable y su participación en los organismos de control. Un partido político que está mucho tiempo manejando el poder, más de dos períodos seguidos, tendrá más chances de presentar un alto nivel de corrupción. En Tucumán, el peronismo lleva casi 40 años ejerciendo el poder, tanto a nivel ejecutivo, legislativo y judicial. Todos los jueces provinciales han sido nombrado por un peronista. Los órganos de control -Defensoría del Pueblo, Tribunal de Cuentas- son peronistas. El gobernador de turno es el mandamás, el señor feudal que maneja el poder absoluto. La legislatura, de mayoría peronista, es manejada como una escribanía que certifica lo que el mandatario provincial decide. Lo mismo que en la Justicia.

En las grandes ciudades, existe el llamado cuarto poder: el periodismo. Suele ser una institución que investiga y saca a la luz diferentes irregularidades de los gobernantes. Visibiliza “negociados”, por ejemplo. En Tucumán, ni siquiera eso existe. La gran mayoría de los “periodistas” están pautados (¿comprados?).

A nuestro diario llegan denuncias sobre el poder político pero, a la hora de investigar, la mayoría no se animan a dar la cara por miedo a los mafiosos conocidos. Desde Sin Codigo se visibilizaron irregularidades que otros diarios callaron o solo hicieron una mención como noticia del día y luego callaron. Por ejemplo: la condena en segunda instancia del legislador José “Mellizo” Orellana (peronista). Un hecho gravísimo que siga ocupando una banca en la degrada legislatura. Intentamos que alguien desde la sede legislativa nos den una explicación de cuales son los pasos a seguir con el condenado y obtuvimos silencio de radio. Lo mismo sucedió con Ricardo Bussi, acusado de Abuso Sexual y mencionado en posibles irregularidades en el PAMI Tucumán. Quedó en la nada.

Desde este medio se están haciendo investigaciones sobre irregularidades -negociados- en algunos ministerios de la provincia. Pero, de que vale denunciar si la Justicia provincial, “infectada” por el poder político no hará nada. Y ahí está lo de la penalización. De que vale el control si no hay castigo. Entonces el ciudadano dice, si el poderoso, el funcionario, hace lo que quiere ¿por qué yo no?.

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Desde ésta página, seguiremos denunciando todo lo que esté a nuestro alcance. Al menos, que los seguidores estén al tanto de lo que sucede y, quizás, en las próximas elecciones se vote con responsabilidad y se logre una sana alternancia del poder.

TICHO para Sin Codigo

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