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Maximiliano, su madre y hermanito pasaron momentos muy duros pero nunca bajaron los brazos ni las ganas de superarse

La primera noche que Maximiliano Jara (22) durmió en la calle estaba preocupado por tres cosas: Asegurarse de que a su mamá, Gabriela, y a William su hermanito de 10 años no les pasara nada. La otra era despertarse a tiempo para llevar a su hermanito a la escuela y la tercera, llegar a clases a la Universidad de Buenos Aires donde estudia Medicina.

En marzo pasado, de un día para otro, él y su familia pasaron de dormir en el cuarto de una pensión en Mataderos a tener que refugiarse en lugares públicos porque el hijo de la dueña de donde vivían intentó abusar de su mamá. Se fueron con pocas cosas y no tenían cómo alquilar nada.

Mientras Gabriela buscaba trabajo, vivían en la calle, comían de lo que les daban o plata que le acercaban. Pasaron frío o calor pero Maxi nunca dejó de ir a la facultad, dejarla no era una opción. “Dormir en la calle con frío o calor, higienizarse en baños público, estudiar en plazas y comer en comedores comunitarios”, no fueron obstáculos para dejar de estudiar.

Pasaron muchos días y noches en el Parque Santojanni. Lo único que tenían para dormir eran unas cuantas frazadas y unos aislantes que Gabriela había rescatado cuando vio que estaban a punto de descartarlos en el Hospital Santojanni.

“Un chico de una parroquia se nos acercó y nos sugirió que llamáramos al 108 del Gobierno porteño”, cuenta Gabriela. Allí brindan asistencia social inmediata a las personas que se encuentran en situación de calle. Consiguieron quedarse en un Centro de Inclusión Social (CIS), espacios que cuenta la Ciudad para personas que están en la calle. Allí estuvieron 8 meses. Ahí surgió una oportunidad: Cultura de Trabajo, una fundación que busca la salida de la pobreza de las personas a través de la inclusión laboral, los ayudó. Hoy, Gabriela (43) trabaja en un restaurante. A los días de empezar a trabajar, consiguió quedarse en una habitación de un Hotel. Puede pagarlo gracias a su nuevo empleo y la Asistencia Habitacional que recibe por parte del Gobierno de la Ciudad.

Mucha gente le pregunta a Gabriela por qué no hizo que su hijo trabajara y ella siempre responde: “La pasamos mal y hacerlo trabajar quizás hubiese ayudado, pero él quiere estudiar y yo quiero que lo haga, así no vive lo mismo que viví yo”.

Maxi cuenta: “Me gustaba la idea de ayudar a las personas. Cuando alguien sufre, un doctor puede ayudarle. Yo quiero hacer eso. Además, pienso en la salida laboral y me parece un sueño tener un trabajo en blanco asegurado. En esas noches en la calle pensaba más que nunca en este sueño”.

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