Final de la Americup: la Selección Argentina de básquet no pudo con Brasil

El conjunto nacional cayó por 55-47, no mostró su mejor versión en el último acto, pero dio pasos correctos para su futuro

Es apenas un detalle el resultado. Está claro que no se valoran derrotas, porque siempre duelen y mucho más porque se intentaba retener la corona del continente. Pero no es momento de pensar en cuestiones de este estilo para la selección argentina, es un momento de reconstruir, de enseñar, de aceptar y de entender. Porque la caída con Brasil por 55-47, en la final de la Americup, puede dejar un sabor amargo, es verdad, porque estando tan cerca, después de victorias como las que se consiguieron ante Puerto Rico y Canadá, cuando parecía que el camino llegaba hasta allí… Pero la forma en la que compitió este grupo es una señal saludable por donde se lo mire.

Los incidentes con República Dominicana resultaron desagradables, sí, pero se aceptó el error y se puso el foco en elevar la actuación. Y quedarse parado en una caída en un clásico tan resonante, es perder de vista que hay una búsqueda más profunda, que será un recorrido muy extenso, sin garantías, porque es incierto el desarrollo, pero que en definitiva se trata de recuperar un perfil competitivo y en esta cita continental se consiguió, con los recursos con los que se disponen y con la potencialidad que aparece sobre el paño.

Y en ese mapa, todo el proceso es correcto, porque más allá de lo que sucedió en la final, lo que se está buscando es la formación de nuevos talentos, porque se persigue la excelencia, por eso se hicieron preparaciones acordes a lo que indica la elite deportiva, con un staff técnico a la altura de la cita y con el entrenador argentino más capacitado para asumir la empresa. Porque es necesario comprender que Pablo Prigioni está al frente del proceso, posiblemente, más complejo que se podía imaginar y sin tener la necesidad de un desafío semejante, porque su carrera deportiva podía enfocarse únicamente en la NBA.

Y más allá de haber quedado en la puerta del bicampeonato de América, lo que mostró el equipo se condice con lo planificado. Es que el entrenador entendió que debía asumir la empresa, soportó los embates cuando se perdió la clasificación al último Mundial, los cuestionamientos, pero mantuvo la convicción de que es necesario brindarse por completo para darle un valor agregado a la selección y a las carreras de todos aquellos jugadores que pasen bajo su proceso en celeste y blanco.

Para comprender mejor, Prigioni es asistente en Minnesota Timberwolves, llegó a estar justo por detrás de Chris Finch, el entrenador principal, su nombre está cada vez más instalado como posible head coach de New York Knicks, una de las organizaciones deportivas más poderosas del planeta, lo que implicaría que sería el primer entrenador argentino en la historia de la NBA en asumir como entrenador principal de una de las franquicias del mejor básquetbol del mundo. Está claro que su proceso en la selección es una elección más vinculada con el corazón que con su conveniencia.

Esta competencia, la Americup, más allá de la última función con un equipo con más de 13 pérdidas -demasiado para una cita tan determinante-, hay que entender que, en definitiva, es una plataforma para ver el desarrollo de jugadores que deben dar un paso al frente y convertirse en actores principales; una lista que incluye a nombres como Gonzalo Corbalán, Juani Marcos, Francisco Caffaro, Juan Fernández, Santiago Trouet, Alex Negrete, Gonzalo Bressan, Juan Bocca.

Porque el objetivo principal de la selección argentina está puesto en el arranque de las ventanas eliminatorias que comenzarán en noviembre próximo, con la idea concreta de clasificarse a la Copa del Mundo que se disputará en Qatar 2027. En ese plan, se determinó que en esta competencia no participen los cinco mejores jugadores que tiene el conjunto nacional (Facundo Campazzo, Nicolás Laprovittola, Lucas Vildoza, Gabriel Deck y Leandro Bolmaro) y también eso fue un acierto, más allá de no tener el máximo potencial, porque la disponibilidad de este personal apenas será en 4 de los 12 partidos (participan en equipos que disputan la Euroliga y no se detiene la competencia por las ventanas de la FIBA) que disputará el conjunto nacional para tratar de llegar la máxima cita. Entonces, era necesario que se curtan estos chicos que definitivamente dieron la talla y demostraron de qué están hechos.

Hasta es un buen síntoma el gesto de amargura que se expandió por todo el grupo al no poder coronar un torneo que era un laboratorio. La realidad es que las señales del equipo resultaron más que alentadoras, porque ante los rivales más complejos que tuvo por delante, Dominicana, Puerto Rico y Canadá, se compitió hasta el último aliento, demostró que es un equipo con una contracción admirable al trabajo y que defiende una idea, que comprende qué se pretende y que cuenta con inteligencia para leer el entorno.

Porque todos sabían que enfrente, en cada duelo, tuvo oposiciones con más talento y poder físico, pero no se amilanó por esa realidad, sino que supo exprimir sus atributos colectivos hasta el último suspiro para ofrecer una versión de una selección completamente representativa y consecuente con su historia más gloriosa, porque nunca negoció las formas. Y eso, por cierto, es un valor incalculable.

Con información de Diego Morini

COMPARTIR NOTICIAS

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *