Una vez más, los empresarios se salieron con la suya. Ahora está en las autoridades gubernamentales exigir el cumplimiento de un servicio digno para el ciudadano
En todo contrato debe haber un acuerdo de las partes. En el caso del transporte público de Tucumán, las partes serían: los empresarios, los gremios, los concejales y el usuario. En este nuevo incremento del pasaje, el acuerdo estuvo entre los dueños del transporte, los concejales, y quizás los gremialistas -se llevaron un buen aumento de sueldos- pero, los verdaderos protagonistas -los que padecen cada día un transporte obsoleto-, los tucumanos que están condenados a utilizar un servicio paupérrimo, están en ABSOLUTO DESACUERDO. Es cierto que, entre los cuatro protagonistas de esta historia, el ciudadano es el que menor poder tiene pero, es el que más se hace valer cada cuatro años cuando pone el voto en las urnas. A tener memoria.
Luego de una novela latinoamericana -esas donde los protagonistas exageran las palabras y sentimientos, donde se grita y se llora- que duró unas semanas, la historia terminó como siempre: EL AUMENTO DEL BOLETO y las unidades cada vez peor.
Desde la Municipalidad de San Miguel de Tucumán prometen más control en el servicio de transporte. Aparentemente, los empresarios incorporarían nuevas unidades, mejorarían la frecuencia y los recorridos.
El municipio se comprometió a mejorar las calles por donde circulan los colectivos y hacer refugios seguros para los usuarios.
Quizás algún lector se acuerde de un spot publicitario que decía: “CARO, PERO EL MEJOR”. En el caso de los ómnibus de Tucumán es al revés: CARO, PERO EL PEOR. Si das un buen servicio, podés tener la cara de cobrar caro pero, si das un servicio desastroso, ¿con qué cara cabrás un servicio caro?.
Señores políticos, como dice un periodista amigo: “Escuchen el viento”… La gente está agobiada, más exigente, son otras épocas. Olvídense de las épocas del kirchnerato donde se regalaban planes y se hacían festivales para tener adormecida a la masa. Es de inteligente prever para no padecer. Quizás esta sea la última oportunidad donde el tucumano pague “sin chistar”.