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El candidato Massa con una economía explotada y Milei, con rugido de león, rockstar y motosierra en mano se quedaron a las puertas de ser el próximo presidente de la desquiciada Argentina

Para aquellos ciudadanos que soñaban con un país normal, una economía ordenada, menos inseguridad, fin del narcotráfico y la corrupción, se quedaron con las ganas.

Luego de las PASO, quedaron tres candidatos competitivos: Javier Milei, de La Libertad Avanza; Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio y Sergio Massa, de Unión por la Patria.

Milei representa la ultraderecha, con un discurso anticasta (ya quedó diluido), promesa de dolarización y básicamente romper todo lo que hay hasta ahora. Bullrich representaba el cambio moderado, no necesariamente romper todo sino ordenar. Massa, como buen peronista (¿kirchnerista?), representa el populismo en todo su esplendor y la continuidad de todo lo que este gobierno viene haciendo.

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Milei, con ideas parecidas a Juntos por el Cambio, se dedicó en su campaña a defenestrar a esa coalición, precisamente a Patricia Bullrich (borracha, montonera, tira bombas). Mientras, Massa se dedicó a hacer lo que muy bien le sale a los peronistas: ordenar a la tropa detrás de su figura y repartir plata a la gente (se gastó 3 billones de pesos).

¿Cómo es posible que, en las PASO, entre Milei y Bullrich cosecharon casi el 60% de las voluntades y Massa solo 27%, y ahora el peronista haya salido primero cómodamente?. Simple, mientras Milei se dedicaba a tirar porquería a Bullrich, Massa caminaba, construía, ordenaba la tropa y repartía plata.

Nunca hay que subestimar al peronismo. Unidos y manejando la plata es muy difícil vencerlos.

El gran error de Milei fue creerse que ya era presidente, eligió mal a su enemigo (Bullrich). Juntos por el Cambio quizás, estaba en su mejor momento para gobernar y si Milei leía eso, hoy serían gobierno.

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El gran acierto de Massa, a pesar del horror económico que vive el país, es haber elegido bien a su enemigo (Milei), llenar de plata los bolsillos de los trabajadores (aunque les dure dos días) y su campaña del miedo hacia Mieli y Bullrich.

Ahora se abre un nuevo y último capítulo político/electoral. Quedan 26 días para volver a seducir a la población.

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