Considerado el narco más poderoso de Rosario, está preso en Ezeiza de donde en marzo intentó escarparse en helicóptero
Esteban Lindor Alvarado (44) es uno de esos tipos que, como dice la frase popular, “fuma debajo del agua”. Está preso en el Complejo Penitenciario 1 de Ezeiza, totalmente aislado, y los guardias que lo trasladan a la entrevista con Clarín llevan pasamontañas de algodón color negro.
Se nota que, cuando uno “fue”, él ya fue y volvió. Sin embargo, dar un reportaje lo pone incómodo. Es la primera vez que este hombre, calificado como el mayor narco de Rosario, como “un asesino serial”, se sienta cara a cara con un equipo periodístico para repasar a fondo su historia.
“Capo narco, capo narco… los capos narco son otra cosa, los que mandan toneladas a Europa. En Rosario sólo hay transas, narcos de barrio. No me gusta ese personaje, ese modelo. No me identifico con él”, refunfuña.
Si de algo es admirador Alvarado, según cuenta, es de la mafia en el sentido siciliano del término. Fanático de la saga del “El Padrino”. No tiene problema en hablar de la Policía corrupta, ni de su pasado como ladrón de autos. Da muchos detalles de cómo “El Esteban“ se hizo de la nada y a los 20 años ya andaba en autos importados.
Pero va con pie de plomo a la hora de contestar sobre su rol dentro de la problemática del narcotráfico en Rosario. Con una condena a 15 años por narcotráfico y otra a prisión perpetua por el homicidio del prestamista Lucio Maldonado (acribillado a balazos en 2018), sus objetivos al dar el reportaje parecen ser tres: bajarse el precio como narco, atacar a los fiscales que lo investigaron y denunciar sus condiciones de detención como preso de “alto perfil”.
“Hoy estoy aislado, no tengo visita, no tengo encomienda, no tengo contacto físico con la familia. Me restringieron las llamadas telefónicas. A mi hijo de 20 meses lo tengo que ver atrás de un vidrio en un cuartito de uno por dos. Solamente puedo hablar por teléfono con dos personas. Me aislaron de todo. Estamos en una cárcel dentro de una cárcel. Nos encriptaron el pabellón”, protesta.
-A vos se te reforzó el control pero fue luego de intentar escaparte en un helicóptero…
-Sí, es verdad. Pero eso estuvo todo armado. Cuando estaba preso en Piñero (Rosario), un chico de Venado Tuerto del que me hice amigo me presentó a un abogado y cuando me trasladaron a Ezeiza ese abogado me vino a ver. Dos veces me vino a ver. Me dijo que conocía a alguien que me podía ayudar…
-A escapar…
-Exacto. Lo que yo compré fue un plan de extracción, que se iba a hacer sin tirar ni un tiro. Hablé con este contacto. Le dije que lo veía difícil. En un traslado en ambulancia a un hospital seguro iba a haber bajas y no quería eso. Él me dijo que había pensado en otra cosa. Y me propone lo del helicóptero. El plan costaba 150 mil dólares y al final arreglamos 100 mil, de los cuales pagué 54 mil.
-Pero fracasó.
-Al final yo sabía que algo raro pasaba, por eso le dije que no despegara. Pero lo hizo igual. Ahora: secuestraron el helicóptero, la fuga no se hizo, pero ¿dónde está el piloto? La Policía Federal aparece en un video diciendo que lo detuvieron, pero la verdad es que no está. ¿Saben qué? La Justicia era la que quería que despegara, dejaron seguir la película, corriendo un riesgo de que pasara una desgracia. Ahora, eso sí… si hubiera podido, me iba a la mierda… no lo duden.
-Admitís que tenías comunicación con el piloto. ¿Tan fácil es tener un celular en la cárcel?
-Ahora no, donde estoy no. Un celular sin la connivencia del Servicio Penitenciario es imposible. ¿Precio? Pueden costar 800, mil dólares. Pero acá se hizo muy de máxima. Para mí es injusto, yo no tengo una sola causa abierta estando preso.
-Se te señala como un capo narco de Rosario, aún más importante que Los Monos…
-A mí me condenaron a perpetua por el crimen de Lucio Maldonado, como instigador. Todo por un auto que apareció en un campo de mi abuelo. Por otro lado, en la causa federal me condenaron a 15 años por el secuestro de 500 kilos de marihuana, pero el secuestro de esa droga fue en el Sur, en Río Negro, no en Rosario. Por ese caso a mí me ofrecieron un juicio abreviado: 8 años. Pero yo no quise firmarlo, no había hecho nada así que decidí ir a juicio. Aunque a la gente que agarraron con la droga la juzgaron en Río Negro, a mí me juzgaron en Rosario. Lo único que tenían en mi contra era la declaración de los Ortigala que aparecen como ‘anónimos’. Al muchacho que aceptó ser el dueño de los 500 kilos de marihuana (que es amigo mío) le dieron seis años y seis meses y a mí, 15. Una barbaridad, por eso el fallo fue dos contra uno y en Casación tampoco fue unánime.
Alvarado nunca admitirá relación con la droga, aunque sí con otros delitos. “Viví en la calle desde los 14. Conocí narcos, fiolos (proxenetas), estafadores. Pero mi negocio fue el robo de autos, o robos grandes por los que nunca se me acusó”, dice y pasa a contar los comienzos de “El Esteban”.
“Yo fui criado por mi abuelo materno, Lindor. La familia paterna, los Alvarado, era clase media alta y la materna, clase media baja. Yo fui criado por la parte media baja, por mi abuelo”, cuenta Alvarado y se ve que el abuelo era cosa seria: cuando él terminó la primaria, le pregunto qué quería hacer. Esteban le contestó que no quería seguir en el colegio, entonces empezó a trabajar.
“Primero me dediqué a la venta ambulante, con 13, 14 años. Después, como mi abuelo era sepulturero del cementerio, iba a trabajar con él. Como me gustaban los autos terminé en el robo automotor”, arranca Alvarado.
¿Cómo fueron esos comienzos?
-Habrá sido en el año ’94 o ’95. En esa época era muy fácil robarse un auto. Te robabas un Fiat Uno, un Duna, un 147. Era subirte e irte. No había seguridad, no había cámaras. Y se comenzó a hablar en el barrio que ‘El Esteban’ se había acomodado… ¡a los 16 años! En esa época vos te comprabas un Fiat Uno chocado por 1.500 pesos (que eran 1.500 dólares) y lo vendías a 3.500. Tenía un margen bárbaro. A los 20 años llegué a comprarme un Alfa Romeo del año. Ya no tenía que bajarme yo a robarlos, los compraba, los armaba: les hacía un poncho, hacías un mellizo cambiándole el número de motor. Tenía como dos o tres camiones. También me metí en robos grandes, a blindados o supermercados grandes, pero nunca me imputaron por eso. Tuve desarmaderos y ahí es cuando caí preso en la causa de San Isidro por robo de autos.
-La primera condena.
-Me dieron siete años. Y nunca tuve un problema adentro, estando preso. Entre 2012 y 2017 no hice nada. Después en el 2018 apareció este problema del crimen de Lucio Maldonado (al lado de su cuerpo dejaron un cartel que decía ‘con la mafia no se jode’) y también saltaron las escuchas que se habían hecho en la causa de San Isidro por la que me habían condenado… pero, repito, por robar autos.
Vos sabés que esta entrevista no la estamos haciendo porque robabas autos… Hablemos del narcotráfico.
-En el año 2007 un hermano mío cayó preso en Córdoba por el tema avionetas. Fue un juicio largo y lo condenaron 12 años. Por ese antecedente me vinculan al narcotráfico. Pero en ese momento el ladrón era ladrón y el narco era narco. No se metía uno en el palo del otro. Yo era ladrón, pero tenía contacto con narcos. En realidad, me vinculé con el 80% de Rosario: barrabravas, narcotraficantes. Me relacionan con el narcotráfico en el año 2019, pero porque yo me vinculaba con narcos. ¿No es llamativo que nunca tuve una causa por drogas hasta ese momento?
-Bueno, la Justicia sostiene que no tuviste causas porque te cubrían policías, policías de la División Judiciales, los mismos que sí perseguían a los Cantero, a Los Monos…
-Yo tenía relación con policías por el robo de autos. A mí encontrabas con un auto robado y ¡yo no lo iba a perder! Así que, bueno, arreglaba: ‘tomá’. De ahí quedó el contacto. Esa era la relación: los policías de Judiciales venían de Sustracción de Automotores. La corrupción existió siempre en Rosario. ¿Si un amigo tenía un problema con un robo o algo le decías a la Policía ‘¿cómo podemos arreglar esto?’ y se arreglaba… no había problemas. Estoy hablando del año 2012. Cuesta pensar en policías que no sean coimeros. Agarran un pibe y le roban el arma porque la venden. Roban una en un búnker y se la venden al de enfrente.
Se dice que entraste al negocio narco de la mano de Luis Medina (dueño del boliche Esperanto, asesinado en 2013).
-A Luis lo conocí en el 2000… 2001. Luis andaba con los billetes truchos, con los dólares truchos. Le gustaban los vehículos y en el 2010, 2011, tenía una agencia y yo lo abastecía de autos…. lo que hacía o no hacía Luis para tener dinero a mí no me importaba. Yo le vendía combos de dos o tres autos.
Se dice que lo mandaste a matar para monopolizar el negocio de la droga, que habían compartido…
-Como dicen que mandé a matar a Luis, dicen que mandé a matar a cientos de personas. Me dijeron que era un asesino serial, pero lo único que tengo yo es el homicidio de Maldonado, como instigador por el auto que se usó, por lo del auto.
Dicen que maté a Luis porque saltó un problema con una chata que le secuestran a él y estaba armada, era robada. Yo siempre vendí diciendo la verdad, pero él me reclamaba lo de la chata a mí. Por eso quedó el rumor en la calle… pero nunca me imputaron nada.
Su relación con “Los Monos”
“Guille” Cantero contra Esteban Alvarado; Esteban Alvarado contra “Guille” Cantero. Consulte a quien se consulte (abogados, jueces, fiscales), la violencia en Rosario se explica por la violencia narco por el territorio entre estas dos facciones.
Pero una y otra vez, Alvarado trata de desmarcarse de “Los Monos”. Sabe que, en parte, su suerte está atada a la de ellos y por eso intenta diferenciarse del clan Cantero. No lo dice abiertamente, pero los desprecia. “Yo ya estaba acomodado y ellos eran carreros”, declara haciendo referencia a los carros a caballo con los que “El Viejo” Cantero, papá de “El Pájaro” y de “Guille”, recorría el barrio.
¿Qué relación hay con los Cantero?
-Yo no los conocí a ninguno de los Cantero. Sí tuve referencias del Pájaro (Claudio Ariel Cantero, asesinado en 2013). Me hablaron siempre de que era mediador, que no le gustaban los problemas. A los otros: Guille, Monchi, El Viejo Cantero, nunca los traté. Ellos son de Zona Sur, yo de Oeste Norte. La rivalidad, como dice la prensa, viene un poco por el lado de Mariana Ortigala, que decía que estaba conmigo y por una discusión se fue a apañar con los Cantero y declaró en mi contra. Se habla de rivalidad, pero yo no tengo por qué tener rivalidad con los Cantero porque no me importa lo que hacen ellos y calculo que ellos igual. Yo nunca choqué directo con ellos. ¿Tener una charla? No me interesa. Ni hablar me interesa… ¿Por qué hablaría con ellos?
Para mí el que vende en Rosario no es un capo narco, es un transa. Venden bolsitas, son narco de barrio. No soy como ellos, no me va la extorsión, y el narcotráfico tampoco.
-Es difícil de creer lo del narcotráfico….
-Se habla de una guerra narco con ellos, pero lo que hoy pasa en Rosario es que los pibes quieres ser capos. Quieren figurar, se hacen los Tony Montana (personaje de Al Pacino en la película Scarface) o Pablo Escobar. Me acuerdo cuando vino la serie ‘El Patrón del Mal’ y todos se comieron el personaje: ‘Si este tipo hizo eso, ¿por qué no lo vamos a hacer nosotros?”.
-¿Por que hay tanta violencia en Rosario? ¿No te sentís responsable?
-No, no me siento responsable para nada, no tengo nada que ver. La violencia está creciendo en los barrios de Rosario porque todos quieren ser líderes y viene uno y quiere barrer a este y este. Ahí está la guerra. Los homicidios no tienen nada que ver con ‘El Esteban’. No soy un monaguillo, ok, pero no me podés tirar 200 muertos. Nosotros vivimos presos y aislados y no pararon los muertos. Hoy estamos ante la generación 2020. Los pibes se matan por nada. La vida no tiene valor en Rosario. Los pibes no se dan cuenta que con un homicidio se cagan la vida.
-¿Hoy hay más violencia?
-No hay ayuda social y lo político no existe, no te rescatan a los pibes. Hablan del narcotráfico, de los búnkeres, pero no los tumban. Yo nunca me drogué, pero soy amigo de drogadictos. Si no tumban los búnkeres es porque no quieren, porque hay un arreglo, por lo que sea.
No sé quién dijo que en Rosario es más fácil conseguir una pistola que una pala, y es verdad. Hoy un pibe prefiere tener una pistola y una moto y hacerse el sicario. Está de moda y te matan personas inocentes. De las 200 muertes de este año (por 2023) para mí que 180 son inocentes. Pagan 30 mil pesos y te matan una criatura, una mujer embarazada, una abuela. Yo fui ladrón, pero ladrón de alta gama, nunca toqué al barrio. El Esteban que ‘fue’, es el que soy ahora, no cambié.
Ahora no hay más códigos porque cambió la generación. Los que éramos pibes, ya tenemos cuarenta y pico de años… quedamos pocos de la vieja escuela. Hoy te desconocen por 200 mil pesos. No hay más lealtad. Gente que estuvo conmigo inventó cosas de mí. Que te traicionen te duele.
-¿Es verdad que Guille Cantero quiso secuestrar a tu hijo Santino?
La pregunta le pega en el pecho a Esteban Lindor Alvarado. Sus tres hijos son su vida. A su primogénito (Santino, hoy de 18 años) lo mandó a vivir a Marbella ( España) un poco para alejarlo de los Cantero y otro poco “para alejarlo de la Justicia: ‘el hijo de Alvarado, pin, traélo. No quiero que vuelva, me muero por abrazarlo, pero por mí que ni vuelva nunca más”.
Clarín menciona el supuesto secuestro frustrado de Santino y Alvarado ya no hace chistes. “Al principio no le di mucha bola al rumor. Pero después aparecieron las escuchas… Por suerte no pasó nada”, dice.
¿Y si hubiera pasado?
-Calculo que me hubieran encontrado… Hubieran encontrado una parte de mí que ni yo quiero encontrar.
EMJ, para Clarín