En una jornada que quedará marcada como una traición abierta al mandato popular, el Senado -autoconvocado por el kirchnerismo y acompañado por toda la casta política opositora- sesionó para darle un golpe directo al corazón del Gobierno de Javier Milei
Por SIN CODIGO
Usando como escudo causas nobles y sensibles como la de los jubilados y la discapacidad, los políticos de siempre intentaron destruir el principio más sagrado de esta gestión: el equilibrio fiscal. Lo que quedó en evidencia es que no les importa la gente. Les importa el poder. Y hoy, eso quedó brutalmente claro.
La sesión fue presidida nada menos que por la vicepresidente Victoria Villarruel, quien quedó expuesta como parte de esta movida. Su decisión de convalidar lo actuado por la oposición genera una pregunta incómoda: ¿De qué lado está?
La escena política argentina mostró su rostro más hipócrita. Los kirchneristas, los radicales, los gobernadores dialoguistas de todos los colores, todos juntos para frenar al único Gobierno en décadas que intenta ordenar el desmadre económico que ellos mismos provocaron. Hace un año y siete meses que vienen intentando voltear a Milei. No lo logran en las urnas, entonces apuestan a que explote todo antes de octubre, mediante paros salvajes, manifestaciones en las calles con cortes incluidos, y hasta en el Congreso con leyes que derrumbe el equilibrio fiscal.
Con las elecciones a la vuelta de la esquina, buscan el caos: suba del dólar, aumento del riesgo país, paros por cualquier motivo, violencia en las calles. Y ahora, también, juegan con el dolor: jubilados y personas con discapacidad. Porque saben que generando violencia e incertidumbre es la única manera que tendrán chances de ganar en las próximas elecciones. ¿Les preocupan ahora los jubilados y discapacitados? Durante los 16 años que gobernaron, los jubilados estuvieron siempre últimos. Y la cantidad de pensiones truchas por discapacidad que entregaron con fines electorales no resiste auditoría alguna, en el último Gobierno del peor presidente que fue Alberto Fernández acompañado por Cristina Kirchner.
El colmo de la hipocresía es cuando el gobernador tucumano, Osvaldo Jaldo, dice por los medios que quiere que al Gobierno Nacional le vaya bien, pero sus senadores votan exactamente en contra de ese deseo. Una vez más, Tucumán jugando a dos puntas, con el clientelismo como brújula.
Y para que se entienda claro: si se rompe el equilibrio fiscal, vuelve el infierno. Déficit, emisión, inflación. Argentina ya pagó ese precio. No hay que volver ahí. No hay magia: luego de la joda, alguien paga la cuenta. Y esta vez, el Gobierno eligió no disfrazar más la realidad. Ajustarse, ordenar, crecer. No hay otro camino.
¿Es mejor aumentar salarios con plata sin respaldo y que la inflación se los coma al mes siguiente? ¿O bancarse el proceso, llegar al equilibrio y empezar a construir sueldos reales, crecimiento sostenido y previsibilidad?
Desde 2011, Argentina no crece. Mientras tanto, el kirchnerismo metió más de 3 millones de jubilaciones sin aportes. ¿Qué sistema del mundo resiste eso? Encima, se rasgan las vestiduras cuando en su momento Cristina Kirchner vetó el 82% móvil para los jubilados. ¿Eso era justicia social?
Hoy no pelean por los viejos ni por los discapacitados. Pelean por su propia supervivencia. Porque si Milei gana en octubre, esta runfla se queda sin curros, sin cajas, sin privilegios. Y eso es lo que verdaderamente les duele.