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Del Titanic como metáfora del país a punto de hundirse en el mar de la crisis solo habla el oficialismo, no la oposición. Es raro, pero no por eso deja de ser cierto. En días recientes, el kirchnerismo se enteró de la peor manera (por la muerte injusta de un chofer de colectivos) de que el narcotráfico, el narcomenudeo y el consumo de drogas estalló en el violento conurbano bonaerense. También se supo qué significa el hundimiento del Titanic para la estirpe gobernante: que la inflación suba del piso actual, entre 5,5 y el 7% mensual (entre el 110 y el 120% anual), a un 10 o 15% mensual. Tanto la inseguridad insoportable como la inflación imparable son la consecuencia de malas políticas implementadas durante el cuarto gobierno del kirchnerismo. Cuatro mandatos presidenciales para dejar el país peor que cuando lo recibieron.

Según una medición de D’Alessio/Berensztein, nunca la gestión del Gobierno tuvo peor imagen que ahora: apenas un 21% de aprobación frente a un 77% de rechazo. Un 76% desaprueba la situación económica del año pasado (2022), pero tampoco confía en el futuro. Un 65% cree que en 2024 estará peor o mucho peor que ahora. Una mayoría social ya ni siquiera confía en que las próximas elecciones presidenciales modificarán sustancialmente el éxtasis de decadencia que vive el país. La oposición debería esforzarse en mejorar las expectativas sociales en lugar de buscar mejorar sus propias expectativas. El problema no es el de ellos. Es otro: consiste en que los argentinos nunca saben de qué estará hecho el mañana.

Hay otra mala noticia: esa facción política ya no está en condiciones de hacer nada para resolver los dos problemas que más afligen a la gente común. Se terminaron la imaginación y la magia. No puede extrañar, por lo tanto, que las encuestas estén pronosticando un desmoronamiento del oficialismo en las próximas elecciones. Corre el riesgo de salir tercero, después de Juntos por el Cambio y de los libertarios de Javier Milei. En ese contexto, importan muy poco los detalles ya inservibles de las innumerables internas dentro de la coalición gobernante. Es casi imposible que el poder siga en manos del kirchnerismo.

el Barco de cristina se hunde poco a poco, el problema es que no tiene salvavidas, ni botes para seguir navegando entre las aguas.

Fuente: Lanacion

Autor: Joaquín Morales Solá

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