El primer gigoló argentino: la historia real de Reinaldo y Adelfa, el joven que se casó con una anciana millonaria

Heredó millones de una mujer que le llevaba 58 años y permaneció varios años preso por transportar cinco kilos de cocaína. En la cárcel conoció a su actual marido

Por SIN CODIGO

Hace veinte años, la historia de Reinaldo Wabeke y Adelfa Volpe conmovió a toda la Argentina. Él tenía 24 años; ella, 82. Se casaron en 2007, protagonizando uno de los romances más comentados —y juzgados— del país. La diferencia de edad de 58 años los convirtió en un fenómeno mediático, en una mezcla de amor, escándalo y morbo que ocupó horas de televisión y tapas de revistas.

Reinaldo conoció a Adelfa cuando trabajaba en la farmacia familiar. Ella era clienta habitual, una mujer elegante, de modales antiguos, que se había quedado sola hacía tiempo. “Mi querida Adelfa amada, la conocí cuando yo tenía cuatro años. Ella era clienta de mi mamá. Mi mamá era bruja, era parapsicóloga”, relató Reinaldo. Esa relación se transformó con el tiempo, hasta que Adelfa, según cuenta, quiso “concretar algo” con él. Con el correr de los meses, la confianza se transformó en afecto, y el afecto, en algo más. Contra todo pronóstico —y las críticas de medio pueblo—, se “enamoraron”.

El casamiento fue un espectáculo: cámaras, entrevistas, curiosos en la puerta del Registro Civil. Los programas de chimentos siguieron cada paso de la pareja.  A Reinaldo lo llamaban “el mata anciana” o “el mata vieja”. Sin embargo, también señalado como el primer gigoló de la Argentina, él siempre defendió la pureza de su afecto. “A pesar que que fue un cariño, un amor que tuve con ella maternal, no por encamarme, como se dijo una y otra vez”, remarcó el santafesino. Parecía una historia de amor improbable pero tierna… hasta que, durante la luna de miel en Brasil, Adelfa murió repentinamente. El matrimonio duró 15 días.

El país entero habló del tema. Algunos lo lloraron, otros lo acusaron. Reinaldo quedó en el ojo del huracán: muchos lo señalaron como un cazafortunas. Decían que la había engañado, que la había usado. Él insistió siempre en su inocencia: “La amé de verdad”, repitió en cada nota.

Tras el deceso, él se convirtió en el principal heredero de una importante fortuna, que incluía propiedades y un seguro de vida. “Gracias a ella soy quien soy, gracias a ella tengo un bienestar hasta el día que me muera”, reconoció. A pesar de esto, sostuvo que no le interesa el dinero y que nunca finalizó la sucesión de los bienes. “Si me interesara la plata hoy sería millonario. Y al final nunca hice nada”, agregó.

La vida después de Adelfa lo llevó a incursionar en el espectáculo, haciendo teatro y apariciones en televisión, pero también lo arrastró a su “etapa más oscura”. Reinaldo fue detenido en abril de 2020 transportando casi cinco kilos de cocaína en la autopista Rosario-Santa Fe, un hecho por el que fue condenado a cinco años de prisión por narcotráfico.

En la cárcel conoció la otra cara de la vida: la soledad, la violencia, la desconfianza. Pero también, a su nuevo amor: Javier Elías Salazar, un joven de 26 años con quién se casó. Sería su tercer matrimonio. Tras el de Adelfa y otro matrimonio igualitario con un hombre, Cristian, de quien se divorció estando preso, y quien le robó y lo traicionó.

Reinaldo y su nuevo marido, Javier, a quien conoció en la cárcel

Hoy, Reinaldo y Javier están casados. Viven lejos del ruido, intentando escribir una nueva etapa, lejos de los titulares que alguna vez los convirtieron en curiosidad nacional.

La vida de Reinaldo parece salida de una novela: un joven que amó a una anciana, perdió su libertad, encontró otra vez el amor entre rejas y volvió a empezar. Una historia de excesos, juicios ajenos, segundas oportunidades… y sobre todo, de búsqueda.

“El día que yo me muera quiero que le quede todo mi mi marido. Ahora sí voy a seguir con la sucesión”, completó.

Porque si algo demostró Reinaldo, es que la realidad —a veces— puede ser más increíble que la ficción.

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