“Dolarizar la economía es tan riesgoso como un trasplante de hígado, algo que se hace cuando no hay otra solución posible y ningún otro remedio funciona”, comentó
Jamil Mahuad era Presidente de Ecuador cuando en el año 2000 dispuso la dolarización oficial de ese país. Hacerlo, requiere un muy riguroso estudio técnico-económico y un gran consenso político-social, de modo que sea una “política de Estado”, respetada por los diferentes gobiernos que se sucedan en el país que dolarice.
En el año 2000, Ecuador se encontraba en una situación dramática. La inflación era cada vez más alta, el salario mínimo equivalía a 49 dólares y la “gente estaba desesperada”. Entonces dolarizó, porque todavía había reservas para hacerlo.
Mahuad contó que fue derrocado 11 días después de introducir la dolarización, pero no por esa medida, que fue aceptada de inmediato por la población, sino por el deterioro político previo que no logró revertir.
Se puede dolarizar con recursos propios, con recursos ajenos o con una mezcla de ambos. Distinto fue el caso de El Salvador, explicó, que dolarizó sin estar en crisis y consultó a EE.UU. En el caso de Argentina, con reservas negativas, Mahuad consideró fundamental lograr algún apoyo externo.
Según el ex Presidente, dolarizar requiere tres condiciones. En primer lugar, un equipo técnico que haga todos los análisis, estudie todas las cifras y se las sepa de memoria, y que el debate técnico no sea una pelea de cultos entre fanáticos en contra de la dolarización. En segundo lugar, que la sociedad acepte la dolarización, cosa que ya ocurría en Ecuador. En tercer lugar, que haya viabilidad política porque dolarizar, no es una decisión económica, se trata de una política pública a mantener en el tiempo. Tiene que ser una política de Estado.
El ex mandatario ecuatoriano dijo que en el caso de la Argentina no tiene recursos propios y es fundamental un acuerdo con el exterior.
