Cuando los dirigentes subestiman a los ciudadanos, degradan la política y contribuyen al ausentismo para votar
Por SIN CODIGO
Cuando la política es bien utilizada y los gobernantes están a la altura de las circunstancias, las sociedades progresan, se superan y avanzan, las personas dan un paso más hacia la plenitud. No cometen el error de volver, una y otra vez, al pasado. En Tucumán, este miércoles, con el acto partidario del oficialismo gobernante, quedó demostrado lo contrario: el peronismo -ese que mezcla cualquier cosa y hace lo que sea para ganar- volvió a mostrar que no le interesa la gente ni la provincia. Solo le importa mantenerse en el poder para conservar privilegios.
En una elección de medio término, donde se eligen apenas cuatro diputados nacionales, lo viven como si fuera cuestión de vida o muerte. Al punto de que un gobernador, máxima autoridad provincial, se rebaja a ser candidato testimonial, engañando en la cara a la gente. Porque todos saben que, si gana, no asumirá. Debajo de él, una lista de “cuatro de copas” que terminarán ocupando las bancas en su lugar. Prácticas que se hicieron en el pasado -y deberían quedar ahí-.
El acto peronista/kirchnerista realizado en Banda del Río Salí, fue una remake de lo que vienen haciendo desde el 2000. Lo de éste miércoles fue un espectáculo ya visto hace 20 años: las mismas caras y nombres, solo que más viejos. Hombres y mujeres que, hace diez días, se insultaban y hoy se abrazan. Lo mismo de siempre. Nada nuevo para ofrecer. Los mismos responsables que llevaron a Tucumán a la situación actual, que no es la mejor.
En la lista de candidatos a diputados nacionales que presentaron, están los mismos nombres que se repiten cada dos años. Y lo más triste, que la mitad son testimoniales. Nombres que ya se creía que eran parte del pasado: Juan Manzur, Miguel Acevedo -ambos testimoniales-. Un Javier Noguera, ultrakirchnerista, que no se puede ni ver con Jaldo. Carolina Vargas Aignasse, otra vieja conocida. Tal vez las únicas dos que realmente representan al peronismo sean Gladys Medina y Elia Fernández de Mansilla; el resto, para el olvido.
Los discursos son para una serie de Netflix. Un gobernador que dice que lo juzgarán por sus obras… entonces merece cadena perpetua, porque hasta ahora solo hay anuncios. Discursos que ya no se entienden, como “la Patria no se vende”, “chau FMI”, “los tucumanos están en peligro”, por citar algunas frases que ya se exclamaban en el 2015, y antes.
Muchas veces, los políticos hacen sentir estúpidos a los ciudadanos con sus acciones. Pero, dependerá de los propios tucumanos demostrar en las urnas, de una vez por todas, que de estúpidos no tienen nada.