En 2017, la Corte Suprema dejó firme la condena contra Grassi y quedó detenido en el pabellón N° 6 de la Unidad Penitenciaria N° 41, donde alojan a los presos con buena conducta. Nunca fue sancionado ni se conoció que haya tenido problemas con otros detenidos ni guardiacárceles.
El cura hasta llegó a compartir pabellón con otros presos “famosos” como el ex boxeador Rodrigo “La Hiena” Barrios por violencia de género y el femicida Fernando Farré, condenado a perpetua por matar a su esposa Claudia Schaefer en 2015 en el Martindale Country Club, en Pilar.
Allí el cura cumple su condena por dos hechos de abuso sexual agravado y uno de corrupción de menores contra “Gabriel”, a quien atacó en 1996 en la Fundación Felices los Niños, que manejaba. La institución estaba ubicada desde 1993 en William Morris, partido de Hurlingham, pegada a la autopista Camino del Buen Ayre.
El 30 de mayo de 2028 cumplirá su condena, ya que la Cámara de Apelaciones de Morón la amplió en junio del año pasado. La extensión de dos años más de prisión se debe a que no le computaron el “2×1” (beneficio ya derogado), que se le había otorgado parcialmente para fijar la pena que vencía el 7 de agosto de 2026.
Sus abogados apelaron la decisión de la Cámara, pero el recurso extraordinario fue rechazado y presentaron un recurso de queja, que por ahora no fue resuelto por la Corte. Quienes lo conocen dicen que está “obsesionado” por tratar de ganar un recurso y defender su inocencia. “Por derecho propio recurre hasta lo irrecurrible”, explican fuentes del caso.
Pese a que en mayo cumple 10 años detenido, dos terceras partes de su condena (15 años), y eso le permitiría gozar de libertad condicional, no está ansioso. “Todavía falta”, contesta cada vez que se habla sobre la posibilidad que tendrá de terminar de cumplir su pena fuera de la cárcel. Sin embargo, su abogado Rodrigo González solicitará el beneficio. Si se lo conceden, el mes que viene Grassi podría volver a las calles.
Pese a que la libertad condicional ya no se otorga a las personas condenadas por delitos contra la integridad sexual desde 2017, la modificación al Código Penal no aplica en el caso de Grassi dado que fue condenado antes. Esto corresponde al principio de la ley penal más benigna.
Grassi pasa sus días estudiando Derecho y no tiene el objetivo de actuar en propia representación. Nunca trabajó dentro del penal ni integró actividades que involucraran oficios. El cura sigue en contacto con sus hermanos y algunas de las personas que tuvieron cargos importantes en la fundación durante su gestión.
Tiempo atrás solía armar oraciones con sus compañeros de pabellón durante las fiestas. Sin embargo, no oficia misas. El ex obispo de Morón, monseñor Luis Eichhorn, le prohibió el ejercicio del ministerio sacerdotal. Esa sanción grave sigue vigente con la confirmación de la condena por parte de la Corte.
Además de la decisión a nivel nacional, el Vaticano dispuso una investigación sobre las denuncias hechas contra Grassi. Hicieron un informe que enviaron a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
“La suspensión de Grassi es una pena muy dura. En medio del caso hubo una reforma en la justicia canónica que permite, por ejemplo, que hoy la iglesia pueda actuar de oficio aunque no se presente una víctima. También se puede investigar a un sacerdote denunciado y fallecido”, sostienen fuentes eclesiásticas a Clarín.
Las miles de denuncias contra curas por abuso sexual de niños, niñas y adolescentes pusieron a la Iglesia en el ojo de la tormenta. De hecho, el cura confesor de Grassi en la cárcel, Eduardo Lorenzo, se suicidó en la sede de Cáritas de La Plata después de que ordenaran su detención por este delito en diciembre de 2019.
fuente: Clarin