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Es la tercera causa de muerte y la principal de discapacidad. La importancia de la prevención

El accidente cerebro vascular (ACV) se produce por alteraciones en la circulación sanguínea cerebral. Alrededor de 9 cada 10 son de tipo isquémico, que ocurre cuando se bloquea el flujo sanguíneo en un vaso que conduce al cerebro, que pueden ser por coágulos o placas. Menos frecuente, pero más invalidante, poco prevenibles y de peor pronóstico, es el tipo hemorrágico, que es causado por la ruptura de algún vaso del cerebro.

Si bien algunos factores de riesgo de ACV no pueden modificarse, la mayoría de los ACV, entre el 80% y 90%, están vinculados a factores de riesgo que se encuentran en ascenso pero que pueden modificarse y reducir así las chances de sufrirlo.

Hay factores de riesgo que no pueden modificarse, como la edad, donde el riesgo de un ACV se duplica cada década a partir de los 55 años o el historial de eventos cardiovasculares en familiares jóvenes o haber tenido un ACV previo.

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Los factores de riesgo que sí se pueden intervenir son los mismos que amenazan al corazón y a la salud en general. El más importante es la hipertensión arterial, seguido por el tabaquismo, el colesterol elevado, la diabetes, arritmias como la fibrilación auricular, el exceso de peso asociado a mala alimentación y sedentarismo, la apnea de sueño y el consumo de drogas.

Síntomas del ACV: La aparición repentina de uno o mas de estos síntomas implica una urgencia médica. Dificultades en la motricidad o en la sensibilidad, generalmente en la mitad de un cuerpo. Dolor de cabeza súbito y muy intenso. Alteración del habla o del lenguaje. Problemas en la visión. Pérdidas de la coordinación y/o equilibrio. Alteración de capacidades cognitivas y/o cambios emocionales.

El reconocimiento temprano de los signos y síntomas de un ACV y la búsqueda inmediata de atención médica, pueden reducir considerablemente la mortalidad y la discapacidad a largo plazo e iniciar un tratamiento preventivo efectivo para evitar que se repita.

El ACV es una enfermedad tiempo dependiente, y actuar con velocidad es clave para reducir la mortalidad, la morbilidad (secuelas) y la discapacidad.

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Introducir cambios saludables en la alimentación, acompañado de actividad física, ayudan a favorecer mejoras en los diferentes parámetros. Muchas veces se necesita medicación.

Realizar chequeos médicos y bioquímicos periódicos. Estar atentos a los síntomas que manifieste el cuerpo. Concurrir a tiempo al médico o servicios de urgencias.

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