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Que tu sexualidad no sea motivo de vergüenza, complejo o te tire abajo la autoestima

Cada 28 de junio se conmemora el Día Internacional del Orgullo LGBT, una fecha que promueve la tolerancia e igualdad de todas las personas cuyas orientaciones sexuales e identidades de género han sido reprimidas, discriminadas y marginadas a lo largo de la historia.

Aunque suene poco creíble, en pleno siglo 21 existen muchas personas que viven a escondidas no solo su sexualidad sino su vida efectiva y social cuando “su sexualidad” no está dentro de los parámetros de la heterosexualidad. Muchos homosexuales permanecen en el “closet”.

Las nuevas generaciones parecen estar libres de todo rigor social. Vivir en el armario es más un recuerdo amargo de quienes nacieron en las décadas del 70 o del 80, o antes. Sin embargo, hay algunas culturas o sociedades que todavía castigan las relaciones entre personas del mismo sexo, no solo en forma legal sino socialmente.

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Para el psicólogo Gabriel J. Martín, permanecer en el armario puede convertirse en una vida bastante desastrosa. Vivir las relaciones socioafectivas en el closet es el peor de los infiernos que sólo alguien que lo haya pasado podría describir. “No se trata solo de con quién te acuestas sino de quién te enamoras, de con quién quieres vivir y compartir un proyecto de vida”, afirma.

Los hombres y mujeres que se sienten atraídos o tienen un vínculo con personas de su mismo sexo en la clandestinidad no solo tienen problemas para vivir su sexualidad sino, también, problemas más complejos porque no tienen la posibilidad de “mostrarse tal y como son”.

“Tienen problemas para ir con sus parejas por la calle, para pedir permiso porque se han casado y no han salido del closet en su empresa y no pueden decir que les corresponde un permiso por matrimonio. O problemas en aquellos estados donde no se reconoce el matrimonio igualitario, problemas para poder compartir los datos de una vivienda, o heredar si se muere su pareja, o poder visitarlos en un hospital si se enferman”, cuenta Martín.

Una persona que no vive su sexualidad de forma libre puede ocasionarle: Baja autoestima, “si mi familia o sociedad me dicen que mis sentimientos no merecen ser mostrados en igualdad de condiciones que los heterosexuales, estoy recibiendo mensajes que me devalúa, que me dicen que no tengo los mismos derechos que los demás. Eso afecta la autovaloración de la persona”. Soledad, “no puedes hablar nunca de tus intimidades. No puedes contarle a alguien que acabas de conocer a una persona que te gusta. Eso termina generando que las personas se sientan profundamente solas y eso, la soledad, es tan pesada como la depresión”. Ansiedad, “quienes han sufrido bullying homofóbico desde muy chicos, pueden desarrollar estrés postraumático y después trastornos de ansiedad crónica que se dejan ver en episodios ajenos al tema sexual”.

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Todo esto va acompañado por un sentimiento de tristeza muy profundo, “porque indigna que no te reconozcan que sos igual que los demás“, dice Martín. “Es una tristeza profunda y un miedo gigante a las agresiones, porque en cualquier momento alguien te va a insultar o te va a pegar porque, lamentablemente, las agresiones físicas se producen y con demasiada frecuencia”, añadió Martín.

En cualquier caso, lo importante es vivir con dignidad, donde la sexualidad no debería ser un rótulo que quite derechos o libertad de expresión, que es uno de los derechos humanos básicos u ocasione discriminación.

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