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El domingo 19 a la noche el país tendrá un presidente electo y se develará una enorme incógnita política. Pero inmediatamente después habrá que encarar uno de los temas más urgentes y complejos que tendrá por delante la futura administración.

La única certeza a esta altura es que a partir del martes 21 de noviembre el dólar oficial comenzará a moverse, luego de más de tres meses de permanecer congelado. A $350, el tipo de cambio muestra su mayor nivel de atraso desde 2017, cuando el fuerte ingreso de dólares para especulación financiera mantenía el tipo de cambio planchado, mientras que las tasas en pesos se mantenían muy altas para bajar la inflación.

El propio Sergio Massa adelantó que el compromiso asumido con el FMI es reanudar el crawling peg, es decir el ajuste gradual del dólar, como venía sucediendo antes de las PASO. Aunque desde el Gobierno aseguran que será de apenas 3% mensual, es absolutamente inviable en un contexto de inflación que no baja del 12% mensual (más allá de la disminución puntual de octubre).

Si gana Milei, es probable que el proceso de sinceramiento cambiario ocurra mucho más rápido. El libertario dejó en claro en la última semana que la dolarización “no es negociable”. Así dejó en claro que Patricia Bullrich y Mauricio Macri no le impusieron la agenda económico para sumarle apoyo explícito. Una foto publicada el viernes despejó algunas especulaciones y quedó claro que Emilio Ocampo será el futuro presidente del Central, pero con el propósito de avanzar con el plan dolarizador, pese a que las reservas del Central continúan cayendo.

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Aún con gran cantidad de variantes para el futuro mercado cambiario, claramente no es una opción una salida más o menos rápida del cepo cambiario. Se trata quizás de la mayor coincidencia de Massa y Milei. Ninguno está dispuesto a eliminar las restricciones cambiarias y unificar los distintos tipos de cambio.

El diagnóstico también es parecido: el sobrante de pesos tiene tal magnitud que el peligro de una salida apresurada del cepo es el de una fuerte presión sobre el tipo de cambio, que automáticamente derramaría en los precios. En ese contexto, el peligro de hiperinflación aumentaría de manera significativa./IFB

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