Del horror al compromiso: tras ver perros y gatos cocinados vivos en China, fundó una ONG para rescatar animales en Argentina

Fernando Pieroni transformó su vida para siempre luego de un viaje a Asia que lo llevó a presenciar una de las escenas más impactantes de su vida: en Yulin, China, fue testigo del festival donde se cocinan vivos a perros y gatos para su consumo. “Duré 10 minutos. Es terrible, los cocinan vivos para que la carne tenga mejor sabor”, relata. Esa experiencia fue el clic definitivo que lo impulsó a dejar atrás su vida anterior y volcarse de lleno al activismo animal.

Con una fuerte conexión con los animales desde la infancia, Fernando creció dándoles de comer a los perros callejeros de su barrio. Pero no fue hasta los 30 años, tras una crisis personal y una etapa de replanteos profundos, que comenzó a vivir de acuerdo con esa sensibilidad. Viajó por el mundo, conoció santuarios y organizaciones que rehabilitan animales víctimas de abuso y explotación, y decidió no ser más espectador: dejó de consumir productos de origen animal y empezó a realizar rescates por su cuenta.

Junto a su pareja Natalia, también activista, fundaron Planeta Vivo, una ONG que brinda asistencia en catástrofes climáticas, como incendios e inundaciones, y actúa en operativos contra el maltrato, criaderos ilegales y tráfico de fauna. La organización asiste tanto a animales domésticos como silvestres, ofreciéndoles una segunda oportunidad lejos del sufrimiento.

El trabajo de Fernando y su equipo los ha llevado a intervenir en situaciones extremas: rescatar animales de zoológicos, criarlos a mamadera, rehabilitar chanchos, vacas y perros que vivían en condiciones infrahumanas. En muchos casos, colaboran con la Policía en allanamientos, y luego se hacen cargo del cuidado, recuperación y reubicación de los animales incautados.

“Hacemos esto porque ellos lo merecen. Sufren por culpa del ser humano y aún así, cuando los ayudás, son capaces de volver a confiar. Esa capacidad de perdonar es una lección enorme”, reflexiona Fernando. Su sueño es que Planeta Vivo crezca y se consolide como una organización que actúe como una “Cruz Roja animal”, la primera en llegar y la última en irse ante cada emergencia.

Con menos cosas materiales pero con más sentido, Fernando eligió vivir en coherencia con lo que ama: darles voz y cuidado a quienes no la tienen.

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