¿Ciudad o pueblo?: el horario comercial partido es un ancla al pasado que Tucumán ya no puede permitirse

Una discusión recurrente que, lamentablemente, queda en la nada. La implementación del horario comercial corrido debería implementarse de forma urgente en San Miguel de Tucumán. Ningún político se anima a tomar la decisión

Tucumán ha crecido. El tránsito lo demuestra, la densidad poblacional lo confirma, y la demanda diaria de servicios lo grita a los cuatro vientos. Sin embargo, en pleno 2025, la provincia sigue aferrada a una lógica comercial que pertenece a otra época: el horario partido.

Esta modalidad -cuatro horas por la mañana, cuatro por la tarde- puede haber sido razonable cuando San Miguel de Tucumán era un pueblo grande, con una vida más pausada y menos necesidades urbanas. Pero hoy, ese esquema no solo quedó obsoleto, sino que opera como un obstáculo para el desarrollo social, económico y turístico de la provincia.

El debate por la implementación de un horario comercial corrido no es nuevo, pero sigue sin resolverse por una puja entre propietarios de comercios y el gremio que representa a los trabajadores. Mientras tanto, los tucumanos siguen perdiendo tiempo, dinero y calidad de vida.

¿Por qué avanzar hacia un horario corrido?

Porque representa una mejora concreta. Para el empleado de comercio, significa menos tiempo perdido en traslados, menos gasto en transporte y una jornada más compacta. Para los consumidores, abre un abanico de posibilidades: poder hacer compras al mediodía o durante la siesta, sin tener que esperar a que “abra de nuevo” el negocio.

Un empleado público que termina su jornada a las 13 o 14 podría hacer trámites o compras sin tener que esperar dos o tres horas a que se reabra el local. Los turistas -que cada vez son más- podrían aprovechar mejor su tiempo, y no encontrarse con la frustrante imagen de un centro dormido a plena luz del día.

Uno de los principales argumentos en contra es el clima: “el calor tucumano”. Pero convengamos: en verano hace calor a las 10 de la mañana, al mediodía, y a las 7 de la tarde. El comerciante, el empleado y el consumidor ya circulan por el centro bajo el sol, con o sin horario partido. No es el calor el que detiene el progreso; es la costumbre.

Y justamente esa palabra, “costumbre”, se repite como excusa. El hombre es un animal de hábitos, sí, pero también es capaz de adaptarse, evolucionar y mejorar. Si otras ciudades como Rosario, Córdoba o Mendoza -con climas similares- adoptaron con éxito el horario corrido, ¿por qué Tucumán no podría hacerlo?

Lo razonable sería empezar ya

Estamos en otoño y pronto llegará el invierno. Es el momento ideal para implementar, aunque sea a modo de prueba, un esquema de horario corrido. La provincia necesita más que discursos de modernización, requiere decisiones concretas.

Porque si Tucumán quiere ser una ciudad, no puede seguir funcionando como un pueblo.

TICHO para SIN CODIGO

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