Miguel Cisterna es presidente de la Asociación Argentina de Tricología y director de la Asociación Internacional de Tricólogos y cuenta algunos tips para el cuidado del pelo
Miguel no es médico, lo aclara de antemano (no todos los tricólogos lo son, aunque muchos son dermatólogos). Es un técnico especializado y dedicado exclusivamente al estudio del cabello, del folículo piloso, “de ese órgano que fabrica pelo”.
Es el primer tricólogo certificado en el país y pionero en este campo también en la región. Con más de 30 años de trayectoria, está en contacto y trabaja con los investigadores más importantes en la ciencia del cabello, da cursos alrededor del mundo y recibe consultas de celebridades y políticos de Argentina y el exterior (aunque no hace gala de eso y mantiene estricta confidencialidad al respecto).
Qué es la tricología
“La tricología es la ciencia del cabello que involucra todos los aspectos que pueden ir desde o hacia el cabello. Por ejemplo, evaluamos la salud y cómo se expresa, por decirlo de alguna manera, en relación a procedimientos químicos, físicos, al medio ambiente, a la nutrición, el estrés. Es decir, de todos los aspectos sobre los que hay evidencia que tienen vínculo con el cabello”, explica Cisterna.
Las formas de expresar la salud (o la falta de ella) son muy amplias: a veces muy oleoso, seco, quebradizo, con desprendimiento, con afinamiento… son muchas las condiciones que hacen que lo notemos diferente, o que algo está pasando.
Detrás de esas manifestaciones puede haber una infinidad de causas vinculadas a la salud, desde una dieta carente de nutrientes esenciales (“el cabello se ve como pixelado, con un color ligeramente cobrizo, tonos diferentes”), estrés (“se ha descubierto hace muy poco que las personas que han sufrido episodios de estrés pueden encanecer más rápido y totalmente”), anemia, cambios hormonales, tratamientos médicos (como la quimioterapia), hasta exceso de vitaminas (“que puede provocar efluvio telógeno, una pérdida de cabello constante”), ejemplifica.
—¿Cuánto peso tienen los genes en la salud capilar?
—Tienen un gran peso, pero lo que se está corroborando en estos últimos 10 años es que también influye la epigenética. Los genes que vienen en nuestro ADN pueden llegar a expresarse o no, acorde a cómo vivimos, a cómo nos relacionamos con el medio ambiente, a qué disparadores nos exponemos. La ciencia está demostrando que encontrar genes vinculados a la calvicie en una persona, por ejemplo, no implica que necesariamente vaya a ser calva. Hay que ver también la epigenética, qué nos envuelve o cómo estamos viviendo para expresar -o no- esos genes que vinculados a la alopecia (pérdida del cabello), al encanecimiento…
—¿Cuál es la principal consulta que reciben los tricólogos en la actualidad?
—Las consultas en el mundo se han incrementado durante y después de la pandemia. El COVID, aparentemente, se ha asociado a más caída. Un marcador común que se observó es la insuficiencia de vitamina D, por la falta de exposición al sol debido al confinamiento.
No obstante, hoy en día la consulta gira en torno a características o cambios en el cabello, no solamente a la caída. Lo notan más encrespado, mucho más seco, que no tienen el mismo crecimiento. Hay tanta información sobre la caída -o incluso a veces desinformación-, que ya las personas quieren adelantarse y simplemente ante un cambio que notan en el cabello consultan a un tricólogo certificado.
—¿Qué otros factores influyen en los cambios y en la caída del cabello?
—Existen alrededor de 100 causas o disparadores que pueden manifestar pérdida de cabello. Por ejemplo, alguien puede estar transitando lo que nos sucede a los varones, que es la alopecia androcronogenética, que empezamos a tener un afinamiento, marcadas más las entradas, la coronilla con una densidad menor de cabello. Pero si encima está con una anemia o con una dieta muy estricta, va a tener además caída por esa anemia.O si usa procedimientos químicos en su cabello, por ejemplo, un sensibilizador como podría ser un alisado o una coloración muy fuerte, va a producir inflamación en el folículo y también va a adelantar o va a promover caída.
—En relación a lo último que mencionás, hay una tendencia que promueve la vuelta a lo natural: si naciste con rulos, aceptá los rulos; si tenés canas, no te tiñas. ¿Qué opinás sobre eso?
—Hay una idea de buscar la naturalidad porque se dieron cuenta que todos esos procesos físicos, químicos, cuando están muy acentuados, tienen una acción transfolicular. Se absorben por la fibra del cabello, como si fuera un secante, llegan al folículo y de ahí por la acción transfolicular pueden entrar al torrente sanguíneo.
Se debe prever que esos procesos químicos muy acentuados o mal realizados pueden sumar otro vector más que dispare la pérdida de cabello, por ejemplo, produciendo inflamación. No es inocuo el peroxidrógeno o el agua oxigenada, no es inocuo totalmente el amoníaco, no es inocuo todo lo que dicen que alisa, los ácidos o los alcalinos que están actuando para que la fibra cambie de forma.
Los profesionales que hacen esos procedimientos deben mirar a la persona, las características que tiene, sus antecedentes (eczema, prurito, sensibilidad del cuero cabelludo, por ejemplo), hacer una prueba antes de realizar una coloración y mucho más si lo que se busca es un cambio de forma definitiva del cabello, ya sea a través de un alisado, que es lo que está ahora de moda, tanto como cuando nosotros éramos chicos las permanentes.
Hay que tener mucho cuidado, porque vivimos mucho más estresados, dormimos menos, estamos mucho más en estado de vigilia y parece ser que todos esos químicos no actúan de la misma manera como actuaban en nuestras madres o nuestras abuelas.
Cinco consejos básicos para el cuidado del cabello
Ante el pedido de consejos básicos para el cuidar la salud del cabello, no duda: “Dormir bien, fundamentalmente dormir bien”.
—¿En primer lugar?
—Totalmente. Durante el sueño reseteás toda la compu. El estado de vigilia, el distrés (el estrés malo) nos quitan energía. Y eso produce que el organismo busque ahorrarla, ¿en qué? en formar pelo o en formar color, por ejemplo. Entonces, el descanso es clave.
La buena alimentación. No hay una dieta específica para tener más pelo o que haya menos caída. Se trata de comer sano, equilibrado, variado. Y darse el tiempo para hacerlo, ni de pie ni apurados, mirar el plato.
Después, no tener miedo a lavarse la cabeza. Muchas personas después de la pandemia han quedado con miedo a lavarse el cabello porque creían que se les iba a caer más. Eso es un mito. Por lo general, es al revés: mejora la situación o por lo menos prevé que no haya acumulo de restos de productos cosméticos sobre el cuero cabelludo (siliconas, betaínas). El lavado favorece también una especie de exfoliación que contribuye a sacar restos que no corresponderían al bioma del cuero cabelludo.
Tampoco hay que tener miedo a peinarse. La moda ahora es no peinarse, pero el folículo recibe un estímulo con el peinado, con un buen cepillado.
Y fundamentalmente, tener una coherencia, ojo con las modas. Si tenés rulos y sos morocha, y de un día para el otro cambiás a rubia platinada y con un alisado, y rápidamente volvés a oscurecerte el pelo, no le das tiempo suficiente al cabello y a vos para recuperarte. No solamente se deteriora la fibra en esos procesos. La fibra capilar o lo que peinamos es muy noble. En cinco años cambiamos todo el cabello, pero esos químicos entran al folículo que está irrigado y es una puerta directa a nuestro cuerpo.
Con información de Florencia Cunzolo, Clarín