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Supermercados, casas de electrodomésticos, insumos de la construcción, la indumentaria y la venta de autos y motos, muestran números en rojo

La crisis que enfrenta el consumo no perdona a ningún sector del mercado interno. Desde los supermercados, que no levantan cabeza pese a la notoria desaceleración de la inflación de las últimas semanas, hasta los rubros que son dependientes del crédito, como las casas de electrodomésticos y las concesionarias de autos, pasando por los restaurantes y los comercios, como las farmacias que tienen una demanda mucho menor. Si hay algo que caracteriza al consumo, de estos primeros meses de 2024, es la dificultad para encontrar a un negocio vinculado al mercado doméstico que pueda mostrar números positivos.

A pesar que el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que releva el Indec, retrocedió en los últimos meses (pasó del 25,5% en diciembre al 11% en marzo), la profunda recesión que enfrenta la economía se siente con más fuerza entre los sectores y las industrias, que se enfrenta a un escenario marcado por la incertidumbre. “Estamos ante un proceso inédito, con un ajuste que era considerado como inevitable por parte de los consumidores y que está llevando a todas las empresas a redefinir sus estrategias de negocios. El cambio pasa no solo por reflotar marcas y productos de tiempos de crisis, como pasó en 2001, sino también por reformular la manera de comunicar. Carrefour relanza sus Precios Corajudos, Quilmes habla de un pacto para congelar el precio de la cerveza y Coca-Cola publicita sus envases retornables para cuidar el bolsillo. Es una adaptación del ‘no hay plata’ de Milei llevado a las estrategias comerciales y de comunicación de las empresas”, explica Guillermo Oliveto, titular de la consultora W.

La marcada desaceleración de la inflación (la esperanza oficial de que abril cierre en un dígito está respaldada por las mediciones de precios de alta frecuencia) representa una señal más que positiva para las empresas que viven del mercado interno. Pero en la medida en que la baja en el ritmo de los aumentos no se traduzca en una mejora del poder adquisitivo de los salarios, el panorama seguirá siendo complicado.

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Difícilmente los salarios y el empleo puedan recuperarse este año y, por el contrario, sólo es posible prever una mejora muy tibia de los ingresos y los niveles de ocupación laboral recién a partir del cuarto trimestre, en la medida que los precios se moderen y la estabilidad económica se torne más permanente. Como consecuencia, el consumo privado seguiría deprimido, con un efecto muy negativo en los primeros seis meses del año, que podría moderarse a partir del segundo semestre, en la medida que la inflación se desacelera y algunos sectores de la actividad ensayen las primeras señales de reactivación”, explica Juan Pablo Ronderos, socio fundador de la consultora MAP.

En su último informe, MAP precisa que, en promedio, el consumo acumuló una baja del 10% en los primeros tres meses del año y proyecta para todo 2024 una caída del 6% y una recuperación que recién se empezará a sentir con fuerza en los primeros meses de 2025.

Comienza a verse una mayor frecuencia de compra, en distintos canales, pero con una reducción en la cantidad de productos adquiridos en cada visita. En los últimos meses, empezaron a ganar participación las segundas marcas y las marcas propias, como una estrategia para adquirir un producto más barato, pero sin resignar en calidad”, explicó Martín Lemos, gerente general de GDN Argentina (Walmart, ChangoMás).

En el caso de las farmacias ocurre algo similar. “En nuestro caso, las ventas en unidades cayeron un promedio del 11%, pero en las zonas más carenciadas la baja llega al 13%, inclusive con el abandono de tratamientos prolongados”, explica Néstor Pedraza, dueño de la cadena de farmacias Puntofarma. “La gente está más propensa a abandonar marcas en busca de precio, a llevar menos cantidad o a fraccionar la compra del medicamento. El trabajador que cobra por jornal está acostumbrado a comprar lo necesario para el día, y en las farmacias también se ve este fenómeno, porque la gente pide una tira y no la caja”, agrega el empresario farmacéutico.

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Uno de los negocios que más se destaca por la profundidad de la recesión es la gastronomía. Hasta hace unos meses, se había convertido en un lugar común hablar de la paradoja que significaba que, en una economía golpeada por la inflación, los sábados a la noche se seguían viendo filas de gente esperando para sentarse a comer. Hoy el panorama es muy diferente.

“A partir de las elecciones sufrimos un mazazo en el consumo, del que todavía no nos terminamos de recuperar”, se sinceró Sebastián Ríos, que lidera uno de los grupos gastronómicos más importantes de Buenos Aires. “En enero, la baja promedio de la gastronomía fue del 25% y a partir de febrero se recortó al 15% y se mantuvo en esos niveles en marzo. El golpe se sintió no solo por la baja del consumidor local sino también porque se perdió mucho turismo de los países limítrofes. Por esas cosas que tiene la Argentina, en tres meses pasamos de estar muy baratos a ser caros en dólares”, explicó Ríos.

La noticia más alentadora dentro de un panorama complicado para la industria gastronómica es que en las últimas semanas los aumentos de los costos empezaron a aplacarse. “La carrera de los aumentos semanales que te pasaban los proveedores se frenó, en parte porque la inflación en alimentos está más tranquila y en parte porque con la baja del consumo no queda mucho espacio para seguir con las subas de precios”, explica Ríos.

Con datos de Alfredo Sainz, La Nación

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