Boca Juniors en caída libre: ¿el fin del ciclo Riquelme?

El Xeneize atraviesa uno de los peores momentos deportivos de los últimos años. Derrotas preocupantes, un plantel sin alma y una hinchada que ya no oculta su hartazgo. ¿Es tiempo de que Román dé un paso al costado?

Por SIN CODIGO

Boca Juniors vive días oscuros. Lo que alguna vez fue sinónimo de mística, garra y gloria, hoy se ha transformado en frustración, desorden y desilusión. El reciente papelón en el Mundial de Clubes, sumado a las derrotas consecutivas ante Atlético Tucumán y Huracán, han profundizado una crisis que ya no puede ser minimizada ni maquillada con discursos.

En el Mundial de Clubes, Boca fue una sombra. Se esperaba al menos una actuación digna, pero el equipo no solo fue eliminado sin pena ni gloria, sino que dejó una imagen opaca y carente de identidad futbolística. Lejos quedaron aquellos tiempos de partidos épicos y hazañas internacionales. El Boca actual no mete miedo ni genera respeto: genera preocupación.

A nivel local, el panorama es igual de preocupante. Lo que encendió definitivamente las alarmas fue la reciente derrota frente a Huracán, un equipo que llegaba en crisis y terminó bailando a un Boca apático y sin rumbo. El equipo no tiene funcionamiento, ni variantes tácticas ni reacción anímica. Y lo peor: no transmite nada.

Las miradas, inevitablemente, apuntan a la conducción. Juan Román Riquelme, ídolo eterno como jugador, empieza a ser fuertemente cuestionado como dirigente. Su estilo personalista, su falta de apertura, y algunas decisiones polémicas en materia de refuerzos, técnicos y manejo institucional, lo han llevado a perder respaldo incluso entre quienes lo defendían a capa y espada.

El estado anímico del plantel también es alarmante. Se ve a los jugadores desmotivados, sin liderazgo dentro de la cancha, y sin confianza. Las declaraciones post partido son casi un calco: “tenemos que seguir trabajando”, “hay que mejorar”, “sabemos que estamos en deuda”. Pero en la cancha, las respuestas no aparecen.

Mientras tanto, la hinchada -esa que bancó en las buenas y en las malas- comienza a mostrar su enojo. Silbidos, banderas críticas y hasta pedidos de renuncia se escucharon en las tribunas. La paciencia parece haberse agotado. La idolatría por Riquelme ya no alcanza para tapar los errores de su gestión.

Quizás, como alguna vez dijo el propio Román, haya que “saber cuándo decir basta”. Tal vez sea hora de pensar en una transición, de abrir el juego a nuevas figuras y a una dirigencia con ideas renovadas. Boca necesita reconstruirse, recuperar su identidad y volver a ser el gigante que nunca debió dejar de ser.

El club más popular de Argentina merece algo más que el presente que hoy lo abruma. El cambio no puede esperar.

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