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“La democracia es el menos malo de los sistemas políticos”, Winston Churchill

En este 2023 se cumplen 40 años ininterrumpidos de gobiernos democráticos en Argentina. Para un país que durante casi todo el siglo XX se acostumbró a la inestabilidad política, este es un logro extraordinario.

Una democracia no puede considerarse consolidada a menos que sus fuerzas armadas estén firmemente bajo control civil. El primer gran logro de la democracia argentina es la nula influencia del poder militar en la política. Si se observa a muchos vecinos del país, no lograron, aún hoy, desprenderse de esa influencia.

Hoy, en varios países de la región las fuerzas armadas son utilizadas como una herramienta política en conflictos entre el oficialismo y la oposición, sobre todo en contextos de crisis social. Nada de esto ocurre en Argentina, donde el control civil sobre las fuerzas armadas está firmemente establecido.

Otro aspecto positivo de la democracia argentina es la vitalidad de los actores sociales. Argentina posee una sociedad civil robusta, con grupos y movimientos sociales que pueden canalizar una gran variedad de demandas ciudadanas.

También, Argentina ha mostrado una muy alta capacidad de resolver crisis graves sin salirse del cauce democrático. En 2001, los actores políticos lograron timonear lo que fue un evento políticamente muy sensible, que en otro momento de la historia seguramente hubiese terminado con la democracia.

Si bien estos son logros importantes que no se debe minimizar y tiene que dar alegría, estos 40 años también deben servir para analizar críticamente dónde se está y en qué se debe mejorar como sociedad.

Las reiteradas crisis económicas que vive el país, ha llevado al deterioro de indicadores sociales. Ese estancamiento económico pone en jaque los demás logros. Las democracias son más duraderas cuando son más prósperas.

Hasta ahora, Argentina ha demostrado una resiliencia notable. Se le está pidiendo mucho a los argentinos si se sigue esperando que apoyen a la democracia sin dejarse ganar por la frustración y encomendarse a liderazgos menos democráticos. La pobreza en crecimiento hace que muchos jóvenes, que no vivieron la dictadura, valoren poco este sistema democrático imperfecto, pero el mejor conocido en el que los hombres y mujeres pueden vivir LIBRES.

Son apenas 40 años. Hay mucho por aprender todavía.

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