En cada emisión, la sobresuscripción supera los USD 1.000, lo que sugiere que existe mucho espacio para conseguir financiamiento a largo plazo. Este interés acerca al Gobierno a la posibilidad de regresar a los mercados de deuda
La incorporación de activos argentinos en los portafolios internacionales crece sin pausa desde las elecciones legislativas. La emisión de una nueva serie del Bono Tango por parte del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires arrojó una demanda récord: fueron USD 1.700 millones que ingresaron para comprarlo, pero solo se colocaron USD 600 millones.
Esta sobresuscripción se hizo habitual en casi todas las colocaciones que se realizaron en las últimas semanas, después de los comicios de medio término. La victoria del Gobierno alivió a los inversores, que ahora muestran un fuerte interés por incorporar instrumentos financieros locales en sus carteras.
La significativa suba que tuvieron las acciones y los bonos en los días posteriores al proceso electoral fue un indicio claro de la búsqueda de posicionarse en activos argentinos. Pero ahora esta señal favorable ya tiene efectos concretos para la economía. Las empresas que consiguieron financiamiento internacional lo hacen a tasas cercanas al 8% anual y plazos de hasta 12 años (como la última emisión de Pampa Energía).
Las emisiones realizadas por el sector privado y la Ciudad de Buenos Aires ya suman más de USD 3.500 millones en menos de un mes. Pero con varias compañías que buscarán financiamiento y algunas provincias que también se alistan, esta cifra saltará a más de USD 5.000 millones en cuestión de semanas.
¿Por qué se despertó súbitamente el interés por aumentar la exposición en Argentina de grandes fondos internacionales? La primera respuesta es que se despejó el riesgo político luego de las elecciones. No solo el Gobierno se consolidó y tendrá una mayor presencia en el Congreso, sino que además el kirchnerismo quedó muy golpeado. Ambos factores son relevantes para entender el entusiasmo del mercado.
Pero hay otros motivos que también son relevantes. Aún con la baja de tasas de estas últimas colocaciones, conseguir rendimientos cercanos al 8% anual en dólares todavía resulta muy atractivo para los inversores. Sobre todo en un contexto en el que la Reserva Federal está bajando las tasas de corto plazo y lo seguirá haciendo. Desde ese punto de vista, la relación entre riesgo y beneficio que ofrecen los emisores argentinos luce casi inmejorable.
Luego aparece otro enfoque que los expertos denominan “posición técnica”, relacionada con la proporción de activos argentinos en las carteras. Esta participación era mínima hasta las elecciones y todavía el espacio para sumar tanto bonos como acciones argentinas es muy grande.
Esta gran demanda insatisfecha por comprar deuda argentina es lo que le permite al Gobierno ser optimista respecto a lo que se viene en materia de acceso a los mercados. Todavía hay una diferencia significativa entre el rendimiento de los bonos corporativos y los títulos públicos. Pero esa diferencia se empezó a achicar y seguirá haciéndolo -o al menos eso se espera- en los próximos meses.
Las últimas colocaciones corporativas y de la Ciudad equivalente a un riesgo país levemente inferior a los 400 puntos básicos, mientras que el de la Argentina se mantiene por encima de las 600 unidades. Si esta distancia desapareciera, obviamente impactaría positivamente en los precios de los bonos, especialmente los más largos, desde el GD35 en adelante.
Con información de Pablo Wende
