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Si los psicólogos y psiquiatras del mundo vinieran a hacer un postgrado en este país, y lo aprobase, estarían en condiciones de encontrar la solución a los conflictos del mundo

La Argentina tiene un territorio extenso, tierras fértiles, campos, diversidad de climas, montañas, mar, océanos, glaciares, flora y fauna diversas, minería, petróleo, pesca, ganado vacuno y caprino, trigo, soja, litio, y todo lo que te imagines.

No hay guerras, no hay enfrentamientos religiosos fundamentalistas. No hay problemas de razas. No hay catástrofes ambientales. Tiene premios nobeles, grandes científicos, empresarios, mucha materia gris. Fue, hace menos de 100 años, una de las máximas potencias del mundo.

Sin embargo, Argentina tiene a los argentinos y ese parece ser el castigo.

En Argentina, los estamentos sociales están enfermos de corrupción, desde la Corte Suprema de Justicia hasta los millones de pobres e indigentes como consecuencia del desquicio del Gobierno.

El país es una Nación acéfala, con un Presidente (virtual) que se pasea por el mundo sin saber con qué fines. Una vergüenza nacional. Una vicepresidente y, además, presidenta del Senado que solo convocó un promedio de 3 o 4 veces al año y con el solo objetivo de intentar condicionar a la Justicia por las innumerables denuncias en su contra. Un Senado y una Cámara de Diputados, que mantenerlos cuesta millones de millones al año y no van a trabajar nunca. Miran para otro lado ante los innumerables problemas que aquejan al país.

Está tan desquiciado el país que, los tres candidatos con más chances a llegar a la presidencia son los “menos peor” para votar: uno que más que estadista parece un rockstar, sin ningún tipo de experiencia en gestión. Vive y duerme con perros, tiene sexo tántrico, su gran virtud es gritar e insultar, no tiene estructura ni equipo. Otro es un candidato oficialista de la vergüenza, dirige la economía y el país, y las pruebas demuestran que nunca se estuvo peor que ahora, sin embargo, es competitivo, ¿se entiende?. Y la otra, una mujer con poco carisma y un pasado cuestionado, que lidera una coalición que gobernó hace 4 años con no buenos resultados para mostrar.

La gente necesita soluciones y cae en el equívoco de esperar por un milagro. Para llegar al milagro hay que trabajar duro, con equipos, con claridad moral y técnica de los que serán los nuevos gobernantes.

Habría que reflexionar por qué con tantas bondades que tiene Argentina, el argentino está empecinado en destruir todo. ¿Y si el Universo un día se harta y manda su ira, su bronca contra este país y así sus habitantes escarmientan de verdad?.

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