A un año del secuestro del argentino Nahuel Gallo por la narcodictadura de Maduro en Venezuela

El 8 de diciembre del 2024, el gendarme argentino fue capturado por el régimen chavista. Se sabe que está en el tenebroso centro Rodeo 1

Este 8 de diciembre se cumple un año desde que Nahuel Gallo, gendarme argentino de 34 años, fue secuestrado por el aparato represivo de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Su nombre quedó atrapado en una maquinaria de terror: Venezuela utiliza la toma de rehenes extranjeros como macabra herramienta de negociación y presión internacional.

Gallo llegó a Venezuela sin saber que iba a terminar a merced de un régimen que aplica las típicas recetas del terrorismo de Estado: secuestros, desapariciones y asesinatos. Un grupo que usurpó el poder legítimo y que, además, conduce el temible y lucrativo Cártel de los Soles. El aniversario coincide con tiempos decisivos: Donald Trump envió la flota de guerra de Estados Unidos y le dio un ultimátum a los jerarcas para que dejen el país o afronten las consecuencias.

Hoy, la familia de Nahuel Gallo sabe —gracias a testimonios de sobrevivientes como el colombiano Iván Colmenares— que el uniformado resiste físicamente, pero enfrenta un régimen de aislamiento, tormentos psicológicos y amenazas de muerte dentro de la lógica de la narcodictadura.

Su historia cobra especial crudeza por lo que dejó atrás: un hijo que ya celebró su segundo cumpleaños sin su padre; una pareja obligada a huir de Venezuela para protegerse; y una madre que se aferra a la fe repitiendo con desesperación: “Soy la madre. Soy la que lo parió y lo crió. Sufro porque mi hijo está solito allá”.

El Gobierno argentino exigió desde el principio su liberación y viene reclamando ante la ONU, la OEA y la Corte Penal Internacional. Pero todavía no tuvo resultados. Javier Milei viajará esta noche a Oslo para acompañar a María Corina Machado, la principal líder opositora venezolana perseguida por el régimen, quien recibirá el Premio Nobel de la Paz en la clandestinidad.

Antes del secuestro, Gallo llevaba una vida tranquila. Se desempeñaba como gendarme en Uspallata, Mendoza, una zona estratégica y familiar para él. Su entorno lo describe como sereno, disciplinado y cercano a sus afectos, especialmente a su hermana Daiana.

Hoy, permanece en condición técnica de desaparecido en Venezuela, acusado de delitos inexistentes -espionaje y supuesto terrorismo- y sometido a un sistema que utiliza a los detenidos como piezas de cambio. La familia sigue sin comprender cómo se produjo tal injusticia.

En Rodeo 1, en El Helicoide y otros centros clandestinos controlados por Cabello y el Cártel de los Soles, los rehenes sufren torturas, amenazas y traslados para quebrar su voluntad. Gallo permanece allí desde hace un año, sin garantías legales, sin cargos claros, sin contacto con su familia y a merced de un sistema dispuesto a asesinar opositores y ejecutar detenidos.

Con información de Facundo Chaves

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