La destrucción de la Capital tucumana es absoluta y la inacción de la municipalidad es total
Germán Alfaro estuvo ocho años al frente de una de las capitales más importantes de Argentina. La población le dio dos veces la oportunidad al peronista para liderar la transformación de la ciudad.
Si se hace la comparación de la Capital de hace 8 años al día de hoy se podrá observar que, lejos de progresar, hubo un notable retroceso.
Calles destruidas. Poca iluminación. Basurales por doquier. Cada vez menos árboles. Disminución de los espacios verdes. Crecimiento urbano sin control. Semáforos obsoletos. Falta de ordenamiento del tránsito. Veredas rotas, y podemos llenar una página entera de las falencias de la ciudad.
Lo poco que puede mostrar Alfaro como gestión es: semipeatonal céntrica, que solo ocasionó inconvenientes en los comerciantes de la zona. Remodelación del principal paseo, la Plaza Independencia, que costó una fortuna y cuyos resultados fueron muy cuestionados. Remodelación a medias del parque El Provincial. y no mucho más.
Los accesos a la ciudad estuvieron siempre sucios, mal cuidados y poco iluminados. Los barrios, fuera de las cuatro avenidas, parecen Angola en 1910: calles de tierra, aguas servidas, basurales tremendos, no existen las veredas y de iluminación ni hablar.
A todo esto se suma que, desde que perdió la intendencia en junio pasado, la municipalidad desapareció por completo de la vida del tucumano que vive en la capital. Muy pocos semáforos funcionan, las calles tienen cráteres cada 10 metros, no se barre, nadie controla nada. La ciudad cada vez más destruída.
Este señor llamado Alfaro directamente ha desaparecido, cuando tiene responsabilidad hasta finales de octubre. Probablemente se vuelva a su casa rico pero nunca más podrá mirar a los ojos a ningún tucumano. Y se le sigue pagando un sueldo. ¿Los concejales no pueden exigirle que se haga cargo del desastre?. Otro poder que está desaparecido. ¡Ah, pero para pedir el voto ahí aparecerán!.
Mientras tanto los tucumanos, que solían vivir en el Jardín de la República deben soportar la anarquía y la inmundicia de una ciudad sin orden y sin conductor.
La intendenta electa, Rossana Chahla, no tendrá ninguna responsabilidad hasta que asuma a finales de octubre, pero quizás y solo quizás, como futura autoridad capitalina debería exigirle al señor Alfaro que se haga cargo de su responsabilidad hasta el último día de su mandato. Porque la construcción y el ordenamiento de la ciudad le costará mucho más de lo que ella se imaginó.