Masticar chicle: un hábito simple con beneficios reales para el cuerpo

Aunque muchas veces se asocia al simple entretenimiento o a una costumbre sin importancia, masticar chicle puede aportar una serie de beneficios para el cuerpo humano

Por SIN CODIGO

Diversos estudios científicos respaldan que este hábito, lejos de ser inofensivo o superficial, puede tener efectos positivos en la salud bucal, la digestión y hasta en la concentración mental.

Estimula la producción de saliva
El principal beneficio del chicle es que incrementa la producción de saliva, lo cual ayuda a neutralizar los ácidos en la boca y a prevenir las caries. La saliva también contribuye a limpiar restos de comida y bacterias, reduciendo el riesgo de mal aliento y enfermedades de las encías.

Mejora la concentración y el estado de alerta
Masticar chicle activa el flujo sanguíneo en el cerebro, lo que puede mejorar la atención, la memoria y la capacidad de reacción. Varios estudios han demostrado que las personas que mastican chicle durante tareas cognitivas rinden mejor y se mantienen más despiertas, especialmente en situaciones de cansancio o monotonía.

Reduce el estrés y la ansiedad
El movimiento repetitivo de masticar tiene un efecto relajante. Alivia la tensión muscular y puede disminuir los niveles de cortisol (la hormona del estrés). Por eso, muchos lo utilizan como una forma simple de liberar ansiedad, especialmente en momentos de presión o nerviosismo.

Ayuda en la digestión
Masticar chicle sin azúcar después de las comidas estimula la producción de jugos gástricos y puede favorecer la digestión. Además, contribuye a aliviar la sensación de pesadez o reflujo al mantener la boca y el esófago más activos.

Control del apetito y del peso
El chicle puede ser un aliado para quienes buscan controlar el picoteo o reducir la ansiedad por la comida. La acción de masticar engaña al cerebro generando una sensación de saciedad temporal, lo que puede ayudar a disminuir la ingesta calórica entre comidas.

Precauciones a tener en cuenta
Elegir chicles sin azúcar: los que contienen edulcorantes como xilitol o sorbitol ayudan a proteger los dientes y no aportan calorías adicionales.
Evitar el exceso: masticar durante muchas horas puede generar molestias en la mandíbula o provocar gases por tragar aire.
Cuidado con los edulcorantes artificiales: en personas sensibles, el exceso de sorbitol puede tener efecto laxante.
No sustituye el cepillado: aunque ayuda a limpiar la boca, nunca reemplaza la higiene bucal tradicional.

El chicle, usado con moderación y elegido correctamente, puede ser un pequeño aliado para la salud bucal, la digestión y la concentración. Como casi todo, la clave está en la medida: no se trata de convertirlo en un hábito constante, sino de aprovechar sus beneficios cuando el cuerpo y la mente lo agradecen.

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