Ansiedad, silbidos y desconexión como equipo y con su público, le pasó factura al decano
San Lorenzo entendió el contexto y supo leer la diferencia emocional entre ambos equipos. El manojo de nervios terminó devorando al “Decano”. Y el “Cuervo” le sacó los ojos y se llevó un triunfo del Monumental “José Fierro” por 2-1.
La presión fue un arma de doble filo para Atlético. El equipo dirigido por Lucas Pusineri mostró sus dos caras: la del impulso inicial, cuando salió a comerse la cancha en los primeros 10 minutos (lo que duró hasta el gol de Marcelo Ortiz), tras un recibimiento hostil con silbidos y billetes en referencia a la polémica por el reclamo de premios; y la del desconcierto posterior, cuando empezó a fallar decisiones, a dudar y a perder el control de la pelota hasta quedar en desventaja. Esa segunda faceta predominó durante casi todo el partido
Atlético no perdió solo por errores puntuales ni por desajustes tácticos: perdió porque se quebró desde adentro. Lo que empezó como una reacción de orgullo se transformó en un nudo de nervios que terminó ahogándolo. No hubo temple para resistir ni cabeza fría para recomponer el juego. El Monumental, que tantas veces fue refugio, se volvió un espejo incómodo que reflejó las dudas, la desconfianza y el desgaste de un equipo que, hoy, parece jugar más contra sí mismo que contra el rival.
Con este resultado, San Lorenzo no solo suma tres puntos, sino que también pone fin a una sequía de 29 partidos consecutivos sin remontar.