Corrupción sin fronteras: se destapan varias ollas, ¿está todo podrido?

Obra pública, Fentanilo contaminado, Discapacidad, intendencias y comunas rurales de Tucumán

Por SIN CODIGO

En Argentina, la corrupción dejó de ser un rumor de pasillo para convertirse en una certeza incómoda. Desde hace décadas se habla de políticos millonarios y de un pueblo cada vez más empobrecido, pero lo que comienza a salir a la luz hoy es más profundo: no solo se trata de las cúpulas del poder, sino de las capas intermedias, esas redes silenciosas que alimentan y sostienen el enriquecimiento de los de arriba.

La política siempre fue negocio. La obra pública, durante años, fue la caja preferida para desviar fondos, especialmente en tiempos del kirchnerismo. Pero lo que ahora asoma es más grave: los negociados que rozan lo más sensible para cualquier sociedad, la salud y la vida misma.

Desde la llegada de Javier Milei a la presidencia, y a más de un año y medio de gestión, la realidad muestra que, si bien algunas cloacas están siendo destapadas, el olor puede salpicar a todos, incluso a su propio Gobierno.

En estos últimos meses, los casos son un golpe -más- a la credibilidad de los políticos. El escándalo por el fentanilo contaminado ya suma más de 100 muertes y destapó una trama inquietante: laboratorios en condiciones precarias, vínculos con el poder político y una impunidad que asusta. El nombre de HLB Pharma se convirtió en sinónimo de negligencia y negocios espurios, y nadie sabe hasta dónde llega la red. Esto recién empieza.

Como si fuera poco, ahora emerge otro frente: un presunto negociado entre la Agencia Nacional de Discapacidad y la droguería Suizo Argentina. Apenas comienza la investigación, pero promete salpicar a funcionarios de distintas gestiones. Lo más alarmante es que ya no hablamos solo de sobreprecios en obra pública: hablamos de medicinas, de tratamientos, de la salud de los más vulnerables.

Y si el foco se corre al interior del país, Tucumán no se queda atrás. Fondos millonarios que deberían aliviar la pobreza en comunas y municipios terminan en bolsillos ajenos. Vecinos de Famaillá y Las Cejas denunciaron públicamente que el dinero destinado a obras y asistencia social no habrían llegado a destino, o en un mínimo porcentaje. Ni hablar del narcotráfico, una sombra que se instaló en Alberdi y derivó en la intervención del Municipio, para después caer en el olvido. Las drogas atraviesan barrios, instituciones y, según muchos, hasta los tres poderes. ¿Quién se anima a denunciar en una provincia con el poder peronista consolidado y sin garantías para el que levanta la voz?

El kirchnerismo, con años de manejo del aparato estatal, aceitó como nadie los mecanismos de corrupción. Pero hoy, el Gobierno de Milei enfrenta otro tipo de juicio: el de la omisión. Si se promete transparencia, no basta con denunciar lo anterior; hay que prevenir y cortar los negocios en curso.

La corrupción existe en todo el mundo, es cierto. Pero en Argentina el nivel es alarmante. Es una red que asfixia la economía, erosiona la confianza y devora cualquier intento de cambio. Y lo más peligroso: ya no hablamos solo de dinero, hablamos de vidas.

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