Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) encendió las alarmas sobre los riesgos de la soledad y el aislamiento social, condiciones que afectan a una de cada seis personas en todo el mundo y que estarían provocando más de 871.000 muertes anuales.
El estudio, elaborado por la Comisión sobre Conexión Social del organismo, remarca que tanto vivir solo como mantener vínculos sociales frágiles puede tener consecuencias negativas tanto físicas como mentales, y advierte que se trata de un fenómeno global que no distingue edad ni contexto: impacta desde adolescentes hasta adultos mayores.
Según el informe, las personas solteras tienen un riesgo hasta 80 % mayor de padecer síntomas depresivos, sobre todo en los hombres y en países occidentales. En contraste, las mujeres solteras suelen desarrollar redes sociales más amplias, lo que las protege en mayor medida del aislamiento emocional.
Además de la depresión, la soledad crónica también se ha asociado a procesos inflamatorios, alteraciones hormonales, envejecimiento celular acelerado, trastornos del sueño, consumo problemático de sustancias y otras conductas perjudiciales para la salud.
Los adultos mayores son uno de los grupos más afectados: presentan mayor riesgo de hospitalizaciones, enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y muerte prematura.
En este contexto, la OMS subraya la necesidad urgente de que los gobiernos y las sociedades promuevan la conexión social como una prioridad de salud pública, con políticas activas que fortalezcan los vínculos humanos y la integración comunitaria.