Final, no tan feliz, para una de las líderes más importante del país de los últimos 20 años. Amada y odiada pero nunca ignorada. Pudiendo haber elegido aspirar al bronce, decidió terminar su carrera política encarcelada por corrupción y no por proscripción como quieren hacer creer
Después de casi dos décadas de procesos judiciales, tensiones políticas y un país dividido entre lealtades y rechazos viscerales, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó firme, este martes, la condena a Cristina Fernández de Kirchner en la causa conocida como Vialidad. La ex presidente de la Nación había sido condenada, en segunda instancia judicial, a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por administración fraudulenta en perjuicio del Estado.
El fallo, que desestima los últimos recursos presentados por la defensa, marca un antes y un después en la historia política y judicial de la Argentina. Es la primera vez, en democracia, que una ex mandataria es condenada de forma definitiva por corrupción en el ejercicio del poder.
17 años de proceso: de la obra pública a la Justicia
La causa se inició en 2008 con denuncias sobre el direccionamiento de la obra pública en Santa Cruz, provincia cuna del kirchnerismo, y particularmente en beneficio del empresario Lázaro Báez, socio comercial del matrimonio Kirchner. Desde entonces, el expediente atravesó idas y vueltas, cambios de clima político, presiones mediáticas, operaciones judiciales y múltiples instancias procesales. Recién en diciembre de 2022, el Tribunal Oral Federal N°2 dictó la condena en primera instancia. Hoy, con la decisión de la Corte, la sentencia quedó firme.
Desde el momento de la instrucción del caso hasta la ratificación de la condena por parte de la Corte Suprema, pasaron 14 jueces en la causa y 4 presidentes.
No es solo una victoria de los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola, ni solo del Poder Judicial: es la confirmación de que la Justicia, aunque lenta, puede llegar, incluso cuando se trata de las figuras más poderosas del país.
El fin de una líder
Con esta resolución, se cierra el capítulo de Cristina Fernández como protagonista central de la política argentina. Desde 2003 hasta hoy, su figura dominó el escenario: como primera dama, presidente durante dos mandatos, senadora, vicepresidente y jefa real del movimiento peronista en sus distintas variantes. Amada y odiada con igual intensidad, fue el eje de un fenómeno político que reconfiguró el país y sus instituciones.
El fallo no solo la inhabilita legalmente. La inhabilita simbólicamente. Marca el fin de su era de poder. Ya no podrá ser candidata, ni referencia obligada, ni escudo de impunidad para un espacio político que orbitó durante 20 años a su alrededor.
Un golpe al corazón del peronismo
El principal sacudido por esta decisión es el peronismo, que durante dos décadas dependió casi exclusivamente de su liderazgo y de su capacidad de acumular votos, resistencias y poder. Hoy se encuentra descabezado, sin relato ni sucesión clara, y con la necesidad urgente de repensarse. ¿Quién toma ahora la conducción del principal partido opositor? ¿Qué identidad abrazará el peronismo en este nuevo ciclo sin Cristina? ¿Será capaz de reconstruirse sin ella?
Un parteaguas para la Argentina
El fallo de la Corte no es solo una resolución judicial. Es un evento político mayúsculo, de esos que redefinen reglas, liderazgos y horizontes. La política argentina -como la conocimos en las últimas dos décadas- ha sido reseteada. Con sus luces y sombras, Cristina Fernández de Kirchner ya es parte del pasado. Lo que viene ahora es un territorio incierto que todos los actores políticos deberán transitar sin el mapa que usaron hasta hoy.
La Justicia habló. Y su voz marca el final de una etapa.
SIN CODIGO