El Día del Padre se festeja, en Argentina, el tercer domingo de junio, y en 2025 esa fecha será el domingo 15
Es una fecha especial, profundamente emotiva, que nos invita a detenernos y mirar con amor a ese hombre que, con sus aciertos y errores, nos dio la vida. Un día para agradecer, para recordar, para abrazar.
El Día del Padre se celebra para rendir homenaje a quienes, desde su rol, marcaron nuestra existencia con ejemplos, silencios, afectos o ausencias. Porque ser padre no es una definición cerrada: hay tantos tipos de padres como historias. Están los presentes, los que ya no están, los que lo intentaron como pudieron, los que se equivocaron, los que aprendieron, los que siguen aprendiendo.
Es una gran oportunidad para celebrar con los que aún están a nuestro lado. Para decirles lo que a veces el tiempo, la costumbre o las diferencias nos hacen olvidar: “Te quiero, gracias por estar”. A veces un gesto vale más que mil palabras. Un abrazo puede ser más sanador que años de distancia emocional.
También es un momento para recordar con ternura a los que ya no están. Honrarlos con el buen recuerdo, con una foto en la mesa, con una historia compartida, con una lágrima que no es tristeza, sino gratitud.
Y por qué no, el Día del Padre también puede ser el comienzo de una reconciliación. Para quienes por algún motivo se alejaron de su papá, esta puede ser la excusa perfecta para dar el primer paso. A veces no hace falta resolverlo todo: alcanza con abrir una puerta.
No existen los padres perfectos, como no existen los hijos perfectos. Pero sí existe el amor que perdura más allá de las diferencias. Porque honrar a nuestros padres es, también, una forma de honrar la vida misma.
Este domingo, 15 de junio, levantemos la mirada del apuro cotidiano. Llamemos. Visitemos. Recordemos. Reconozcamos. Abracemos. El Día del Padre no es sólo una fecha en el calendario: es un puente que nos une con la raíz más profunda de quienes somos.
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