El 25 de Mayo de 1810 no fue una fecha más. Fue el inicio de un proceso que cambiaría para siempre la historia del actual territorio argentino. Similitudes de esa fecha con la actualidad
Aquel día, en medio de una plaza lluviosa y con un Cabildo lleno de incertidumbre, se dio el primer paso hacia la libertad.
Lo que ocurrió ese viernes fue la conformación de un Gobierno Patrio propio. En palabras simples, los criollos -esos nacidos en América pero hijos de europeos- decidieron que ya no querían depender de la corona española. Querían gobernarse a sí mismos. No sabían si eso los llevaría a la independencia definitiva (eso recién llegaría en 1816), pero sí sabían que no querían seguir obedeciendo órdenes de un rey que estaba a miles de kilómetros.
El 25 de Mayo es, por eso, el símbolo del despertar. Es el momento en que una sociedad empieza a decir: “Queremos decidir nuestro destino”. No fue un acto heroico de una sola persona, sino una construcción colectiva, con tensiones, debates y también mucha incertidumbre. Pero fue un punto de partida.
¿Qué significa hoy?
Más de 200 años después, esa fecha patria debería interpelarnos. ¿Qué hacemos con esa herencia? ¿Qué tan libres somos realmente? ¿Qué tan dueños somos de nuestro destino como país?
Para las nuevas generaciones, el 25 de Mayo no puede ser solo un feriado, una escarapela o un acto escolar. Tiene que ser una invitación a pensar en la responsabilidad cívica, en la participación, en la necesidad de involucrarse. Aquel grito de libertad no puede apagarse con el paso del tiempo. Tiene que transformarse en acción, en compromiso con lo público, en construcción de una patria más justa y más consciente.
Porque si aquellos hombres y mujeres de 1810 se animaron a soñar con un país propio, nosotros tenemos la obligación de hacerlo realidad cada día.