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El misterio de los mensajes esotéricos de su medalla, ¿qué dicen?

El 11 de julio, la Iglesia Católica conmemoró a San Benito de Nursia, patrono de Europa, protector de monjes, espeleólogos, arquitectos e ingenieros, nacido en Nursia, Umbría el 2 de marzo de 480. Tras completar sus estudios en Roma, optó por la vida eremítica, instalándose primero en Subiaco y luego en Cassino. Allí, rodeado de numerosos discípulos, fundó un monasterio y definió su regla, basada en la oración y el trabajo, “Ora et labora”, que posteriormente se convirtió en la más extendida entre los monjes de todo el mundo. Benito predicó la alternancia de la oración y la lectura de la palabra de Dios con un intenso trabajo de caridad y servicio recíproco entre hermanos y hacia todos los fieles. Hombre pragmático, san Benito quiso dejar un modelo de vida dedicada a la perfección y la elevación espiritual, pero sin limitarse a la trascendencia. Así como Dios interviene en las situaciones concretas de la vida del hombre del mismo modo el hombre nunca debe olvidar su esperanza, glorificándola naturalmente con la oración, pero también con las acciones de todos los días, con el trabajo y la caridad.

Benito no era sacerdote sino laico al igual que Francisco de Asís. Por lo tanto, su vida era el grado más elevado del laicado. Pero poco a poco se convirtió en guía espiritual para otros hombres, que optaron por reunirse en torno a él en una comunidad, y finalmente fundó un monasterio en la localidad de Cassino, sobre el monte que se eleva por sobre la villa.

San Benito vaticinó el día de su muerte; 21 de marzo del 547, el último día recibió el Cuerpo y la Sangre del Señor. Fue enterrado junto a su hermana gemela, santa Escolástica, y hasta el día de hoy los dos hermanos reposan juntos uno frente al otro en la cripta de la iglesia del monasterio de Monte cassino.

El 18 de mayo de 1944, la abadía de Montecassino fue bombardeada por los aliados, especialmente neozelandeses, y quedó reducido a escombros. Milagrosamente, la capilla donde se guardan los restos de Benito y escolástica permanecieron intactas, sin un rasguño.

San Benito es famoso por su medalla la cual contiene un exorcismo en la parte posterior. Si bien no fue realizada por el santo, está inspirada en su obra. Tampoco se sabe cuándo se acuñó la primera medalla de San Benito. Lo más probable es que la medalla haya ido siendo enriquecida en su simbolismo con el pasar de los años y los siglos. Por ejemplo, en determinado momento fueron colocadas una serie de letras mayúsculas alrededor de la gran figura de la cruz en el reverso. Entretanto, poco a poco se fue perdiendo conocimiento sobre el significado de tales letras, hasta que en 1647 se encontró un manuscrito del 1415 en la abadía de Metten en Baviera, que explicaba su sentido: son las letras iniciales de una oración latina de exorcismo contra Satanás. Dicha devoción fue aprobada en 1742 por el Papa Benedicto XIV para responder a la creciente devoción del Santo por este poderoso símbolo. El Papa concedió a la medalla y al crucifijo en el que estaba incrustada indulgencia plenaria. Hoy, se suele colocar en puertas y ventanas de las viviendas como símbolo de protección.

En ella se puede leer: en la parte superior, Pax: paz. En el palo vertical de la cruz: C.S.S.M.L que significan que la Santa Cruz sea mi luz. En el reverso de la medalla se encuentran los siguientes símbolos e inscripciones: En el palo horizontal: N.D.S.M.D que se traduce como “el demonio no sea mi guía”. Las letras C.S.P.B que se leen a cada uno de los costados de la cruz hacen referencia a la Cruz del Santo Padre Benito. En el círculo, al borde de la medalla y siguiendo las manecillas del reloj, se traduce lo siguiente: V.R.S.: Retrocede Satanás. N.S.M.V: No me satisfacen cosas vanas. S.M.Q.L: Es malo lo que me ofreces. I.V.B: Bebe tú mismo tu veneno.

Según la tradición, la medalla o anillo de San Benito te la deben regalar y no comprarla uno mismo.

La orden benedictina llegó en 1899 a Victoria, provincia de Entre Ríos fundando la abadía del Niño Dios que es la primera abadía de Latinoamérica y de allí se fueron fundando nuevos monasterios, de los cuales hay 14 en Argentina, entre masculinos y femeninos. También hay otros en Chile, Uruguay y Paraguay; además de las más de 1300 abadías existentes en el resto del mundo.

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