La opinión pública conserva buenas expectativas a partir de la baja de la inflación y la estabilidad cambiaria, a pesar de la fuerte caída de salarios
En la peor semana del año para los mercados financieros, los bonos argentinos pasaron exitosamente el test y el riesgo país terminó en los mínimos del año, a 1.216 puntos básicos. El aumento de la incertidumbre geopolítica por el bombardeo de Irán a Israel y la inflación recalentada en Estados Unidos impactaron fuerte en los mercados internacionales. La deuda argentino cayó en los primeros días, pero rápidamente volvió el apetito de los inversores.
Hoy son dos los factores que alimentan el optimismo de Wall Street. El primero está relacionado con la continuidad del superávit fiscal, ya que todo indica que el Gobierno habrá cumplido el objetivo de cuentas públicas en positivo durante todo el primer trimestre.
Los inversores están entusiasmados por el compromiso del Gobierno en mantener a las cuentas públicas en equilibrio.
El aumento de las reservas es la otra variable que se sigue de cerca y entusiasma a quienes deciden volcarse por bonos argentinos. El dato de la semana es que el Banco Central ya dejó de tener reservas netas negativas. Aunque no todas las consultoras se ponen de acuerdo con la metodología a adoptar para ese cálculo, todos coinciden en que ya quedó atrás aquel millonario rojo de más de 10.000 millones de dólares que dejó la administración de Alberto Fernández. Desde que asumió Javier Milei ya se compraron prácticamente USD 14.000 millones, aunque las reservas aumentaron menos.
Pero no solo los mercados mantienen un importante voto de confianza a favor de Milei. No se trata solo de un respaldo de Wall Street, sino que el Presidente también conserva un fuerte apoyo de la calle, o como señalan en Estados Unidos, de Main Street.
El estudio mensual de Poliarquía indicó que en abril “la aprobación de Javier Milei se mantiene en 57%, un punto menos que en marzo”. Pero el dato más llamativo es que “en los cuatro primeros meses de mandato tanto de los dos gobiernos de Cristina Kirchner como de Mauricio Macri, ese nivel de aprobación descendió entre 10 y 18 puntos”.
Más sorprendente aún es que semejante respaldo se dé en un contexto de derrumbe de los salarios reales. Un trabajo de la universidad Eseade indicó que la pérdida de poder adquisitivo desde diciembre casi no tiene precedentes, aunque con diferencias según los distintos segmentos de trabajadores.
La peor parte en esta oportunidad se la llevaron los empleados del sector público, que perdieron 21,9% de poder de compra por efecto de la elevada inflación. El empleo informal perdió casi lo mismo: 20,9%. Sin embargo, en el caso del empleo formal la caída de salarios fue casi la mitad, “solo” 12%.
Esto explica, por otro lado, los diferentes niveles de apoyo que recibe Milei. En el caso de los trabajadores del sector privado la aceptación del Presidente se ubica en niveles altísimos: 62%, igual que en el caso de los independientes. Sin embargo, cuando se le pregunta a los trabajadores estatales el nivel de desaprobación de la gestión presidencial es igual de elevada y se entiende por la caída del salario. En este grupo el rechazo llega al 61%.
Para “la calle” no es relevante el equilibrio fiscal ni la acumulación de reservas, sino que entusiasman otras cuestiones. La caída de la inflación es posiblemente lo más fuerte y todo apunta que en abril ya se ubicará en un dígito. La desaceleración de precios es especialmente notoria en alimentos, que muestran una fuerte estabilidad en las últimas semanas por lo que finalizarían el mes con una suba cercana al 5%.
El “humor social”, a pesar de todo, sigue siendo favorable. Así lo dejó en evidencia el último trabajo de Dalessio Irol. Casi un 50% considera que la economía estará mejor dentro de un año, superando las opiniones de aquellos que piensa que estará peor.
La arenga de Milei a los empresarios nucleados en el foro Llao-Llao sobre la necesidad de “poner pelotas para invertir” tiene con ver con la necesidad de apurar el ciclo de reactivación: esta vez no pasará por la emisión monetaria ni una mejora del consumo que será lenta, sino de la posibilidad de poner el dinero del colchón y atraer dólares frescos. Se trata de un enorme desafío después de tantos años de pesimismo y de haber quedado fuera del mundo.
Con datos de Pablo Wende, Infobae