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Promete abaratar importaciones y, a través de precios, llegar a los consumidores. Pero no va a cambiar la ecuación para las compras en el exterior o en moneda extranjera

El mes próximo será el momento de empezar a desarmar una de las herencias impositivas más pesadas legadas por el ex presidente Alberto Fernández a la administración de Javier Milei: el Impuesto PAIS que es pieza clave del cepo cambiario.

La lógica se sigue del irrenunciable objetivo fiscal que persigue y que es la base de todo su programa. Con cepo, el Impuesto PAIS es uno de los pocos tributos cuya recaudación crece a pesar de la caída en la actividad y con los recursos que genera apuntala las cuentas públicas. Esa es una de las tantas dificultades que enfrente esta administración para quitarse de encima las trabas cambiarias y, la aprobación del paquete fiscal con el regreso de los ingresos por Impuesto a las Ganancias ayuda a ir soltando lo que algunos economistas llamaron “cepodependencia”.

En pocas semanas, el intento por liberarse de la dependencia del Impuesto PAIS (que fue creado en 2019) empieza a dar sus primeros pasos. El compromiso del Gobierno es avanzar con la reducción del 17,5% al 7,5%, el mismo nivel que recibió la actual administración antes de anunciar el incremento en diciembre pasado como medida de emergencia.

El efecto inmediato (en realidad en tres semanas) será una reducción automática del valor de las importaciones, que pasarían de un tipo de cambio de $1.100 a $ 1.000. Según cálculos del economista Fernando Marull, este abaratamiento gatillaría un incremento de importaciones del orden de los USD 1.000 millones mensuales.

Al reducir el costo de los insumos importados generaría un impacto positivo. Se trata de un shock positivo sobre la inflación que, según las estimaciones del propio Marull, provocaría una reducción de 0,7% en septiembre.

En medio de las especulaciones sobre lo que podría suceder una vez que se avance con la reducción del impuesto PAIS aparece la posibilidad de un ajuste del dólar oficial que compense la reducción del gravamen.

Más allá de consideraciones cambiarias, la baja del Impuesto PAIS no llegaría a cambiar el día a día de algunos de los actores más ávidos de bajas de precios en toda la economía: los consumidores. Al menos no en forma directa.

El bautizado como “dólar turista” o “dólar tarjeta” no va a ser parte de la mejora. El Impuesto PAIS que se aplica a la compra de dólares para atesoramiento, además de para los pagos con tarjeta de crédito y tarjeta de débito en moneda extranjera no estará incluido en el recorte. En ese punto, el interés oficial está lejos de querer incentivar el uso de pesos para la compra de divisas por consumos en dólares. Más bien, todo lo contrario.

El dólar turista para consumos con proveedores del exterior se paga este martes a $1.533 según el tipo de cambio minorista del Banco Nación, con una carga tributaria del 60 por ciento. Este valor es hoy unos 178 pesos o un 13% más caro que el dólar libre, a 1.355 pesos para la venta, y $254 o casu 19% más caro que el dólar MEP, a 1.278 pesos.

Según esta brecha, sigue siendo más ventajoso el cancelar los vencimientos en moneda extranjera de la tarjeta con divisas extraídas de la caja de ahorro en dólares que hacerlo con tarjeta, comprar dólar MEP adrede para el caso o bien depositar dólares en efectivo para cubrir las erogaciones a crédito.

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